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Wreckfest

Análisis de Wreckfest

Bugbear, el estudio original de Flatout, sale por fin de Acceso Anticipado para presentar esta brutal experiencia de destrozar coches y retorcer chatarra.

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El desarrollador finlandés Bugbear no pudo llevar a cabo su propuesta de financiación colectiva en Kickstarter, pero terminó convirtiéndose en una historia de éxito en Early Access, al menos por un tiempo. Luego se quedó calado ahí y los años fueron pasando. ¿Llegaría a ver la luz el juego completo de Next Car Game? Por suerte, ya rebautizado, Wreckfest acaba de salir de Acceso Anticipado y ahora podemos derrapar sin rumbo y lanzar a nuestros oponentes por los aires. Bugbear quería crear un juego con la misma esencia de los títulos originales de Flatout (que ellos mismos firmaron), una serie de la que salieron después del segundo juego y que desde entonces no ha levantado cabeza. Hace unos años jugamos a la versión previa de este título y el concepto no nos llegó a convencer. ¿Habría suficiente contenido para un juego completo? No teníamos que haberlo dudado. Wreckfest es fantástico. Perdonando unas cuantas abolladuras o pérdidas de aceite, sí, pero el caso es que, en general, es genial.

Todo se centra en las carreras, carreras antideportivas y polvorientas en las que tienes que olvidar el Hoonigan Ford de Ken Block, la distancia de frenado o si merece la pena darse un toquecito para evitar salirse de la pista. Tu tarea en Wreckfest es acelerar tanto como puedas y luego, cuando llegue la curva, frenar mediante una combinación de tus frenos y chocando con tus rivales, para atajar lo máximo posible. Aquí, la idea es promover las colisiones y el contacto. No parece tan costoso y lujoso como los grandes del género, pero así se ahorra la altanería y la falsa chulería que tan típicas son en los juegos de hoy en día (y te miramos a ti, Gravel).

Lo divertido empieza con el modo Trayectoria. Cuando nuestra primera carrera dio comienzo, no pudimos evitar las risas al darnos cuenta de que llevábamos un cortacésped. Una podadora de esas pilotadas, si nos entendéis. Nos reímos mucho, sí, pero también nos preocupamos un poco. La serie Flatout pasó de centrarse en carreras con base física a, simplemente, hacerse la graciosa. Queríamos que Wreckfest volviera al tipo de carrera basada en las simulaciones físicas y, gracias a dios, no había de qué preocuparse. El modo Trayectoria en sí mismo se ha establecido siguiendo el modelo de otros juegos actuales de carreras como Dirt 4 o Forza Motorsport 7. Tienes que competir en carreras, alcanzar ciertos puntos por eventos e ir progresando. Mientras tanto, ganas dinero y experiencia, que puedes gastar en coches nuevos, nuevas clases y mejoras.

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El modo Trayectoria está muy bien estructurado y es muy variado. Lo mismo estamos conduciendo la podadora, que en la siguiente carrera vamos montados en una bestia de muscle car con tracción trasera que nos hace creer que el motor va a salir volando al usar el freno de mano en las curvas. Y también hay otros vehículos alocados, pues los autobuses escolares y las impresionantes máquinas industriales también forman parte de Wreckfest, pero su esencia son los coches, la gravilla y los choques (y las consecuentes partes metálicas saltando por los aires y las carrocerías retorcidas). El modo Trayectoria incluye muchas competiciones diferentes y dura bastante, sorprendentemente.

Las carreras puras se mezclan con derbies de destrucción en una arena abierta. La conducción es muy divertida por cómo se comportan los coches y el modelo de daños, sin parangón en ningún otro juego de carreras, es de lo más espectacular, consiguiendo llevar a otro nivel toda la experiencia. Hay unos 40 coches y unos 20 circuitos, aunque también se pueden hacer variaciones de la misma pista. Dicho esto, nos habría gustado ver más variedad, sobre todo, en lo que respecta a los trazados, porque son similares y habría estado bien encontrar más contraste en los entornos.

Obviamente, Wreckfest no es un simulador al 100%. Los desarrolladores dicen que es un juego divertido con muchos cálculos físicos, una buena descripción. Gracias al motor propio Romu, una tecnología que han ido evolucionando durante años, Bugbear ha llegado a conseguir un modelo de daños basado en las simulaciones físicas totalmente inigualable. Puedes elegir un modelo de daños realista (recomendado), relajarte, ponerte cómodo y ver cómo los pedazos de metal, llantas y escombros saltan por los aires, mientras te abres paso por la polvorienta superficie de grava y barro.

Los coches (y los cortacéspedes) pesan bastante y, en la mayor parte del juego sientes que las ruedas están haciendo un esfuerzo para encontrar algo de agarre en las zonas resbaladizas. No se acerca lo más mínimo, ni quiere, a la experiencia que nos ofrece Project CARS 2, pero esta simulación sigue siendo un espectáculo que merece la pena. También tenemos la opción de tunear los coches mediante diversos ajustes, pero resulta evidente que a este aspecto le falta desarrollo. Solo hay una serie de opciones básicas, y no te deja cambiar la forma en la que pilotar el coche a tu gusto. Por suerte, Bugbear puede seguir trabajando en este aspecto después del lanzamiento.

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Nos habría gustado que el daño afectara también al manejo del coche un poco más de lo que lo hace. Suele pasar que te das cuenta de que el refrigerante tiene fugas (que se indica en la pantalla con un texto rojo que parpadea), y de que el eje delantero está torcido, pero el coche funciona más o menos igual que antes. Dicho esto, de vez en cuando nos vemos obligados a abandonar la carrera porque nuestro coche ya ni anda.

Además del modo Trayectoria, también nos da la opción de personalizar nuestra propia competición. Aunque debemos decir que, antes de adentraros ahí, es recomendable jugar un par de horas, ganar dinero y acumular un garaje decente. También hay un modo online que, por lo menos cuando nosotros lo probamos, funcionaba bastante bien, salvo el 'lagazo' ocasional (fijaos en el livestream adjunto). Está claro que no hay muchísimos jugadores, pero nosotros no tuvimos ningún problema en llenar el lobby, y cuando empezó la carrera, el código de red parecía estable. En el modo online se puede competir en cualquier pista y con cualquier vehículo. Puede que parezca obvio, pero un derby de destrucción contra humanos es mucho más entretenido, alocado y emocionante.

Wreckfest es increíble a la vista. Los modelos de los coches son de gran calidad y cada abolladura, arañazo o parte desprendida se representa de forma magistral. La cantidad de coches que aparecen en la pantalla mientras el sol se pone en la pista y las piezas de plástico, las vallas rotas, la gravilla y las llantas volando por ahí, son prueba de que no hay ni un solo momento aburrido. Durante algunas carreras es difícil hacerse una idea de todos los cálculos físicos que el juego ha llevado a cabo y ver cómo nuestro ordenador ha sido capaz de gestionarlos.

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Sin embargo, a pesar del espectacular modelo de daños, hay algunos detalles gráficos un tanto raros. Un ejemplo es el hecho de que los conductores no mueven los brazos ni para girar en una curva, aunque, en general, son detalles pequeños que realmente no afectan al disfrute del juego. Los distintos circuitos están llenos de detalles y las texturas son increíbles. La versión para PC (para consolas llegará a finales de año) está bastante pulida. Hemos jugado con configuraciones diferentes, utilizando tanto una Nvidia 1080Ti, como una 980, que es más antigua, y con ambas hemos vivido una gran experiencia.

Oír el ruido del motor sufriendo, porque apenas le queda refrigerante que chorrear, con los chirridos del metal, y la chatarra chocando, arrastrada por el asfalto, ayuda a consolidar las características de Wreckfest. Pero, cabe decir, que hay partes relacionadas con el sonido que no impresionan. Aunque los sonidos del motor son puros y marvillosamente roncos, pronto empiezan a hacerse monótonos, cuando normalmente no es así. Se han colocado en la mezcla de sonido de una manera un tanto peculiar, pero en cierto modo, desplazan a los demás efectos sonoros. Este aspecto se puede trastear en los ajustes, aunque nosotros no llegamos a encontrar el punto exacto. La música también es cuestionable, aunque no afecta a la experiencia.

La verdad es que nos lo estamos pasando en grande con Wreckfest. Es diversión muy pura, porque te puedes relajar, pisar el acelerador y ver cómo los trozos metálicos se dispersan por toda la pantalla. El modo Trayectoria está bien diseñado, el modo online funciona bien, y tenemos suficientes coches (y podadoras) para encontrar nuestro vehículo favorito. Unas cuantas pistas más no habrían hecho daño a nadie, pero dejando eso a un lado, Wreckfest es una recomendación muy fácil para los amantes del motor y la chatarra.

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08 Gamereactor España
8 / 10
+
Buenos gráficos, conducción divertida, modelos de daño violentamente perfectos, modo Trayectoria variado.
-
Sistema de tuning sin desarrollar, más circuitos le habrían venido bien
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: Kim Orremark

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