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Watch Dogs: Legion

Watch Dogs: Legion

La propuesta más coral de Watch Dogs es realmente sorprendente, pero su mecha no es eterna.

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A veces, trazar una línea que logre separar la locura de la valentía se vuelve casi imposible. ¿Eres valiente por plantar cara a una adversidad que te supera, o simplemente te estás dejando llevar por un arrebato de locura? Ideas que nunca se han dibujado antes, cosas que nunca se habían puesto sobre la mesa o que, simplemente, nadie se había atrevido a hacer. Cosas como las que plantea Watch Dogs: Legion.

No sabemos si es un juego que nace de un equipo que está completamente loco, o de uno que se ha lanzado a por todas para intentar reinventar uno de los elementos más recurrentes y a la vez más invisibles en un juego de mundo abierto, los personajes PNJ. Un concepto que nos ha acompañado a lo largo de tantos juegos que hemos perdido la cuenta, y que Ubisoft Toronto tuvo la loca, ¿o valiente?, idea de reconvertir.

Watch Dogs: Legion

La tercera entrega principal de Watch Dogs llega esta misma semana, y lo hace trayendo consigo el esquema habitual de cualquier juego de mundo abierto que hayamos visto en los últimos años, pero con un giro tan obvio como inesperado: poder ser cualquier persona. Manejar al mecánico, al albañil de la obra, al policía y hasta a la ancianita que va de paseo.

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Esa era la idea que el equipo ponía sobre la mesa cuando presentaba WD: Legion, y la que hemos podido experimentar a fondo mientras recorríamos las calles de su Londres virtual para elaborar este análisis. "Nah, de locos", nos decíamos al empezar y ver que cada PNJ era alguien reclutable, alguien a quien sumar a nuestra legión para armar una revolución con la que tumbar a un gobierno cada vez más autoritario y corrupto.

Todo empieza con una introducción que tiene a un protagonista al más puro estilo James Bond, un atentado que destroza gran parte de la urbe londinense y una organización, Día Cero, que se las apaña para orquestarlo todo y echar la culpa a quienes querían detenerla, DedSec. Pero, sobre todo, empieza con un claro mensaje: solo, no eres nada.

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Ese es el punto de partida de una trama en la que no hay un "yo". Aquí no hay un héroe con nombre y apellidos, hay muchos, y todos son ciudadanos de a pie que se suman a una revolución porque están hartos, porque saben que les mienten y porque quieren vivir en un mundo en el que las detenciones injustificadas no estén a la orden del día, o en el que los drones no controlen cada paso que dan.

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El protagonismo se reparte entre tantos personajes como queramos reclutar (dentro de ciertos límites), aunque podríamos decir que el auténtico protagonista aquí es la organización hacker DedSec, y no una DedSec cualquiera, sino la que construimos nosotros con cada recluta que sumamos a nuestras filas.

Un cambio importante, porque además es evidente que el equipo ha volcado la mayoría del grueso de su trabajo en esta faceta tan ambiciosa y complicada. De hecho, Watch Dogs nació como una franquicia en la que el hackeo de dispositivos se convertía en el verbo principal para interactuar con un mundo bañado por completo en la tecnología. Y aquí se mantiene, por supuesto, aunque su relevancia ya no es tanta como antes.

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Ya estamos acostumbrados a pinchar cámaras al vuelo, piratear drones para controlarlos tranquilamente o incluso causar el caos en el tráfico urbano manipulando las trayectorias de los coches con solo pulsar un par de botones. No nos malinterpretéis, funciona que da gusto, y se ha agilizado para que sea más sencillo y podamos hacer más cosas. Pero no es lo realmente importante.

Esa faceta es muy continuista, aunque sigue siendo disfrutable y divertida. La cuestión es que ahora comparte foco con un cambio que tiene poco de pequeño. Ahora el verbo se aplica a un sujeto masivo, a la legión que da nombre al juego.

Son dos elementos que se apoyan en un tándem que se mueve por una Londres sorprendentemente detallada. Por supuesto, está sujeta a una perspectiva futurista y a una sociedad atosigada por una organización militar, Albion, que tiene carta blanca para imponerse. Pero, aun así, nos ha sorprendido enormemente el grado de detalle y la familiaridad que arroja. Un trabajo soberbio, y al que Ubisoft ya nos tiene bastante malacostumbrados.

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Más allá de tratar de desmontar a Día Cero y desvelar la realidad tras los ataques que lo cambiaron todo en esta cosmopolita ciudad, uno de los objetivos más importantes del jugador aquí es volver a ganarse la confianza del pueblo. DedSec tiene que lavar su imagen ayudando a las personas, saboteando la publicidad del gobierno y conquistando zonas como la City o Westminster para ganarse el favor de la sociedad.

Eso es algo que nos lleva a recorrer un mapa enorme y que, al mismo tiempo, ofrece un abanico de posibilidades mareante. Siempre tienes una misión principal que cumplir, sin embargo, también puedes dedicar tiempo a darle unos cuantos toques a un balón, cambiar tu vestuario en una sastrería o, más importante, mejorar la imagen de tu organización y reclutar a más gente... haciendo misiones.

Porque cada PNJ tiene una historia, unas necesidades y unas prioridades. Puede que se muestre a favor de DedSec y solo tengas que echarle un cable con cosas tan cotidianas como evitar que le partan las piernas los miembros del clan Kelley, que tengas que ayudarle a piratear los servidores del servicio sanitario o que, simplemente, le digas que se venga contigo.

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Cada posible personaje tiene detrás un buen repertorio de misiones secundarias que, en nuestra experiencia, gozan de una variedad enorme. El problema es que esta dinámica a la larga frena un poco tu avance en la historia y, sobre todo, se puede volver pesada si el mundo de juego no termina de conectar contigo. Más aún puede serlo cuando intentas reclutar a personas no afines a DedSec, lo que implica investigarlas a fondo para dar con algún punto débil que atacar o con algún problema que resolver para que cambien de parecer.

No ha sido nuestro caso, de hecho nos ha fascinado la capacidad de Watch Dogs: Legion para no solo ofrecer retos diferentes, aunque al final se trasladen a tareas más frecuentes (conduce, piratea, infíltrate, pelea), sino también para hacer que cada recluta valga la pena. Porque son personas, con cualidades y posibilidades diferentes.

Cada opción que manejes afecta al desarrollo de las misiones e incluso a tu legión. No es lo mismo colarte en Scotland Yard en la piel de un méndigo que hacerlo en la de un policía uniformado. Cambia por completo el desarrollo y la estrategia, porque todo Watch Dogs es consecuente con el personaje que manejas, y con los que componen tu equipo. Reclutar a un abogado puede venir genial para que saquen más rápido de la cárcel a aquel con el que Albion logró echarte el guante, incluso un médico en tus filas puede ayudar a que otro personaje con el que casi te matan pueda salir vivo del hospital.

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Durante nuestras partidas, hemos entrado en oficinas como trabajadores que pasean por su casa, nos hemos colado en obras montados sobre enormes drones de carga y hasta nos hemos partido la cara con varios Beefeaters. Y lo mejor es que cada situación la podíamos haber resuelto de muchas formas distintas con otros reclutas. Conseguir algo así es difícil, lo sabemos, por eso nos gusta tanto.

Pero la fórmula no tiene una mecha eterna, y es algo que se nota con el paso de las horas. Los PNJ que convertimos en personajes manejables suelen contar con habilidades propias tanto pasivas como activas, algún gadget especial o alguna ventaja. Los patrones son muy variados, pero hemos encontrado varios que se han acabado repitiendo y que, al final, nos han hecho decantarnos siempre por varios tipos en concreto para tener las ventajas que queríamos.

Hay algunos que son especiales, que solo aparecen al terminar de "conquistar" un territorio, y esos son el caramelito. Pero también los hay que pelean mejor o peor, los que son expertos en el pirateo, los que siempre llevan una buena llave de grifa, los que pueden mendigar algo de dinero y hasta los que tienen como habilidad una movilidad reducida. No existen las variables infinitas, y eso limita las posibilidades de WD: Legion. Sin embargo, lo que ofrece sigue siendo enorme.

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JorRaptor YouTube

Con toda su ambición, Watch Dogs no está libre de problemas. Las mecánicas de combate e incluso el gunplay no son tan finos como nos habría gustado, aunque podemos llegar a entender algo así en un juego en el que lo importante es el hackeo. No obstante, cuando tienes una rama de secundarias que se centran en combatir a puñetazo limpio, ver que hay patrones de combate que se repiten demasiado en los enemigos no es tan satisfactorio.

Por otra parte, si bien el despliegue técnico con Londres es brutal, los personajes no pueden decir lo mismo. Da la sensación de que el esfuerzo se ha volcado más en los entornos que en el resto de aspectos, lo que acaba consiguiendo un acabado que no termina de sorprender. No, Watch Dogs: Legion no está aquí para ser un portento técnico, aunque pueda ser de lo más llamativo con Ray-Tracing.

Además, no hemos terminado de conectar del todo con la campaña principal, y es precisamente porque hay tantas cosas que hacer y tanto con lo que juguetear, que al cabo de las horas nos olvidábamos de que nuestro objetivo era revolucionar la capital. Pero es fácil de entender. Cuando puedes llevar un coche capaz de volverse invisible y reventar todo el tráfico con misiles, cuando te topas con puzles para alterar rótulos luminosos o, incluso, cuando tienes que darle al plataformeo en la "piel" de una araña pirateada, es normal que pierdas un poco el enfoque.

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La experiencia de juego es enorme, y es impactante ver, a la larga, que no hemos echado en falta sentirnos como un único protagonista, ver cómo cambia la interpretación del mundo cuando se modifican las posibilidades de los PNJ. Ya no son atrezzo, son algo importante. Por eso, es una lástima que la historia no haya terminado de engancharnos, y también que el rendimiento alguna vez no haya estado a la altura (hemos jugado en una PS4 Slim), porque la fórmula de este Watch Dogs nos ha gustado mucho.

Seguimos recorriendo Londres, y seguimos intentando trazar esa línea que nos permita colocar a este juego como una locura o como una valentía. Aunque, qué más da, Watch Dogs: Legion ha dado un peligrosísimo salto de fe y casi lo ha clavado. Da un mundo abierto lleno de posibilidades, estableciendo una mecánica que ya no puede marcharse, pero no ha terminado de equilibrar la balanza entre la variedad y la narrativa.

Watch Dogs: Legion
08 Gamereactor España
8 / 10
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Poder reclutar y jugar con cada PNJ nos sigue pareciendo una barbaridad, la recreación de Londres es espectacular, tiene contenido de sobra.
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Habilidades que se acaban repitiendo en los personajes, la trama no logra mantener el tipo, el apartado técnico se queda cojo.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países