Análisis de Treasures of the Aegean

Los que llevamos ya un tiempo jugando videojuegos tenemos aún recuerdos de aquellos juegos que nos marcaron la infancia. Quizá en aquellos tiempos primaba más la jugabilidad que una historia con trasfondo, fruto sin duda de las limitaciones técnicas del momento. Pero, si pudieras volver a hacer un juego como los de entonces, ¿cómo se unirían una historia profunda con los controles de los juegos de plataformas más nostálgicos? Las respuestas las tiene Undercoders, estudio barcelonés padre de aventuras al más puro estilo de los clásicos como SuperEpic o SlabWell, que ahora hacen su propio homenaje a antiguos plataformas como Flashback o Prince of Persia y nos invitan a explorar nuevos escenarios y descubrir todos sus secretos en su nueva propuesta: Treasures of the Aegean.

En esta aventura, acompañamos a James Andrew y Marie Taylor, una pareja de cazatesoros que se encuentran de vacaciones en la isla de Santorini. James es un erudito, mientras que Marie es el músculo y experta en parkour. Mientras disfrutaban tranquilamente de las vistas del Mar Egeo, de pronto les sacude una enorme explosión y emerge de las aguas la isla perdida de Thera, cuna de la antigua civilización minoica, perdida hace milenios. Parece que la explosión ha sido obra de un volcán que aún se encuentra muy activo y amenaza con destruir unas ruinas de valor incalculable, por lo que la pareja de aventureros se lanzan rápidamente a explorar la zona. Ya a los mandos de Marie comenzamos a investigar el lugar, pero debemos darnos prisa, porque parece que el volcán va a destruir la isla en 15 minutos. Mediante una pista, resolvemos el primer puzle y abrimos una nueva sección, donde recogemos algunos tesoros. Parece que hay un altar extraño un poco más adelante, pero no tenemos la pieza que le falta. Seguiríamos buscando, pero James nos avisa de que el volcán va a estallar, y nos recoge a la carrera. Hay una explosión, perdemos nuestra tablet con la investigación... y, de repente, todo rebobina hasta el punto inicial.

Estos bucles de 15 minutos son la base para la narrativa no lineal de la historia, en la que se entremezclan elementos de la mitología, historia antigua y una trama en el presente. Parece muy confuso al principio, porque no tienes un objetivo claro más allá de correr de un lado a otro, pero ciclo tras ciclo vas uniendo las partes de un todo mayor que funciona y dota a Treasures of the Aegean de una historia fantástica. A veces se pueden hacer cortos, pero si vamos recolectando tesoros de la isla podremos ir aumentando ligeramente la duración de cada ciclo. El movimiento de Marie es sumamente fluido, podemos correr, saltar, trepar con el impulso de la carrera y deslizarnos agachados si necesitamos pasar por sitios estrechos. No es difícil acostumbrarnos a ello, pero sí al cálculo de los saltos. Es una verdadera artista del parkour, y podemos encadenar una carrera y trepar a lo alto de una estructura en apenas un minuto. Esta fluidez evita que los ciclos se nos queden cortos o que la búsqueda de la zona de turno se haga tediosa. No hay barra de vida ni ningún tipo de arma, y si realizamos un mal salto o recibimos un impacto de los enemigos simplemente saldrá una pequeña escena de viñetas con ella recomponiéndose fácilmente (no tiene nada que envidiarle a Lara Croft, con la que comparte algunas similitudes), pero no está hecha para luchar. No estamos ante un juego de acción y combate sino ante un viaje de exploración y descubrimiento.

Y realmente da gusto explorar la isla de Thera. Salta a la vista que, tanto la paleta de colores como los escenarios y personajes, están muy influenciados por los cómics europeos, especialmente los de Tintín. Una gama de color suave que varía entre las distintas zonas y las diferencia entre sí, lo que facilita el ubicarnos sin necesidad de estar consultando constantemente el mapa. El elemento metroidvania también está presente, ya que, aunque no haya habilidades adicionales más allá de correr y saltar, sí que habrá que ir desbloqueando nuevas zonas y atajos dependiendo del lugar donde iniciemos el bucle, que va variando según avanza la partida. Pero, si aún no fuera suficiente, contamos con algunas notas y pistas que hemos recopilado en anteriores viajes por la isla que también nos irán guiando hasta nuestro destino final. Son pinceladas de género roguelite, pero que aquí está muy bien implementado para cohesionar la historia.

Quizá en algunos momentos te pueda frustrar el no encontrar la pieza del puzle o no saber por dónde seguir explorando, pero es cuestión de ir probando nuevas localizaciones de aterrizaje y buscando nuevas vías. En el propio submenú del mapa podemos poner marcadores de interés para cosas como estatuas, puertas, puzles o enemigos, y según vayamos cogiéndole el tranquillo sólo necesitaremos mirarlo en momentos puntuales. Sí que es cierto que, aunque el diseño artístico es precioso y colorido, algunos puntos de salto y plataformas no parecen estar muy claros en ocasiones. Pero son más una molestia pequeña que un verdadero problema. No me gustaría dejar sin mencionar la estupenda banda sonora con toques de inspiración oriental y melodías de cuerda suaves, que amenizan y acompañan perfectamente a la historia.

Treasures of the Aegean ha sido una aventura estupenda que se presta a jugar en sesiones cortas o medias y en unas 12 horas deberías poder completar el juego y sus coleccionables, lo que no está nada mal. En nuestro caso, hemos podido jugarlo en Nintendo Switch, y creo que puede ser la plataforma que mejor cuadra con su estilo de ciclo y repetición cortos para esos ratitos en modo portátil. Una joya más en el estante de los desarrollos españoles y toda una sorpresa con la que cerrar un año memorable en la escena independiente de los videojuegos.