No, la verdadera cuestión sobre el nuevo Splinter Cell es cuánto se indignarán los puristas de Sam Fisher. Para muchos, la serie alcanzó su cima durante la generación pasada. En contraste, las últimas dos entregas variaban en calidad o se separaban demasiado de la fórmula establecida.
Splinter Cell: Blacklist es un viaje de vuelta a las raíces. Un regreso a esos 'gadgets' que son la envidia del mismísimo James Bond, un retorno a jugar a ser el asesino invisible. Han hecho un juego de Splinter Cell que realmente se siente como un Splinter Cell. Y aun así, es capaz de irritar a los puristas. Al menos a unos cuantos. Pero luego vamos a eso.
Sam Fisher ha vuelto (incluso con nuevo rostro y voz), y ahora se encarga de Fourth Echelon, una pequeña agencia de black ops para la seguridad de EEUU. Tan pequeña como cuatro personas, más la tripulación, en una nave de transporte modificada que hace de su cuartel general.
Le siguen el rastro al grupo terrorista The Engineers (Los Ingenieros), para detenerles antes de que ejecuten sus planes de ataque sobre suelo americano. Ya se han apuntado una base aérea estadounidense en el mayor ataque sobre instalaciones militares de EEUU desde Pearl Harbour, y también pretenden devastar la potencia mundial cada semana hasta que sus mandatarios decidan retirar todas las tropas que tienen en el extranjero. Sus operaciones tienen nombres como "Consumo americano" o "Combustible americano", y juntas constituyen lo que llaman la Blacklist, la Lista Negra. Esto suena como que alguien decidió el título del juego antes incluso que la trama, y tuvieron que encontrar una forma de enlazarlo. Así de feas las cosas, Sam y su equipo deben cumplir una serie de misiones por todo el globo antes de que se completen los ataques terroristas.
Ubisoft Toronto ha echado el resto con Blacklist cubriendo tres estilos de juego distintos: Ghost, Panther y Assault. El fantasma es, sobre el papel, el más complicado, pues derribas a los enemigos con medios no-letales o, mejor aún, te cuelas sin que te pillen. Splinter Cell de la vieja escuela. La pantera enfatiza la importancia del sigilo, pero puedes apuñalar o disparar a los enemigos con 'headshots', siempre que uses un silenciador. Esta táctica recupera la técnica "marcar y ejecutar", con la que puedes seleccionar un trío de rivales y pulsar un botón para ver cómo se los carga Fisher. Finalmente, como su nombre también sugiere, asalto ignora completamente eso de pasar desapercibido, dejándote cargar y arrasar con granadas si hace falta.
Cada misión se puntúa en base a las tres categorías. Existen ciertos incentivos por adherirse a un estilo completo, pues convertirte en un maestro de una de las ramas te otorgará más puntos, cantidad que luego puedes convertir en dinero para comprar nueva equipación y 'gadgets'. También puedes incluso mejorar el Paladin, tu nave, para que ofrezca nuevas funciones de apoyo como un radar en pantalla durante las misiones.
Este sistema a tres bandas funciona de una forma realmente brillante. Fantasmear requiere varias partidas a las mismas zonas para calcular la mejor ruta posible. Si haces la pantera encontrarás una buena mezcla entre el Splinter de toda la vida y el más reciente Conviction. La mayoría de los jugadores terminarán con uno de estos dos estilos, ya sea uno en concreto o la combinación de ambos. Entonces, ¿qué es lo que no gustará a los puristas?
En muchas zonas estás obligado a los enfrentamientos directos. También hay ciertas situaciones en las que no puedes colarte, de modo que debes emplear artilugios o ataques cuerpo a cuerpo para avanzar. Es un requisito que podría contrariar a algunos. En nuestro caso lo perdonamos, teniendo en cuenta que lo demás se acerca bastante a Chaos Theory, el clímax de la serie, tanto en atmósfera como en jugabilidad.
Y puedes celebrar que todavía quedan misiones en las que no se puede matar a nadie, otras en las que no te pueden ver. E incluso los súper-espías más duros tendrán que ponerse a prueba si quieren ahondar en cualquiera de las muchas misiones secundarias accesibles directamente desde el mapa de mundo de la campaña principal.
Estas misiones aparte se pueden jugar todas en co-op, y casi todas también en solitario. Cubren varios tipos de jugabilidad, lo que incluye una pequeña variante de un modo Horda. También aparecen algunas de las misiones más duras que hayan aparecido jamás en la serie: si te ven, deberás empezar desde el principio. Nada de checkpoints.
Si hay que decir alguna pega, la encontramos en la voz del propio Fisher. Personalmente hemos echado de menos el encanto y el humor seco como la ginebra de Michael Ironside. El viejo Sam no se cortaba a la hora de hacer un chiste cuando tenía a los guardias cogidos con una llave craneal.
Pero Ubisoft ha sabido encadenar las misiones con fantásticas escenas de corte, y también evitar los peores clichés del género (nunca hace falta aporrear X botón en un QTE repentino). Como toque genial destacable, el menú principal está integrado dentro de la propia Paladin, así que siempre te ves inmerso en el mundo de Fisher.
La trama argumental es considerablemente superior a los líos que nos contaban durante Conviction, en el que casi nada tenía sentido. Los puristas más radicales todavía fruncirán el ceño con las diferencias, pero por lo demás Splinter Cell: Blacklist es claramente el mejor juego de la serie que hemos visto en esta generación (por mucho que el nuevo Sam Fisher todavía esté un poco tieso).
Multijugador
Muchas de las misiones secundarias se pueden jugar en multijugador, y también está la campaña cooperativa que se puede jugar online o a dobles a pantalla partida (aunque Wii U no tiene esta opción a pantalla dividida). Espías contra Mercenarios también regresa. Dicho esto, al tiempo del embargo de este análisis, no hemos podido probar estas modalidades. Conecta con Gamereactor unas semanas después del lanzamiento para un artículo especial sobre el multiplayer de Blacklist.