No tenía que haber sido así. Yo, aquí sentado, jugando a Rayman Legends en mi Xbox en medio del caloruzo del verano. El juego se diseñó originalmente como una exclusiva para Wii U, anunciado antes incluso del lanzamiento de la consola, y concebido con la segunda pantalla del GamePad en mente para nuevas posibilidades de juego.
Pero algo pasó que cambió los planes de los jefes de Ubisoft, quizá porque la Wii U no había arrancado como el fenómeno que fue su predecesora. Así que el juego sufrió un retraso de medio año, lo que permitió a los desarrolladores convertir la versión ya terminada de Wii U a PS3 y Xbox 360, y añadir mucho más contenido a todas.
Y ahora lo agradecemos. Rayman Legends es un juego de tal calibre que se merece la audiencia más grande posible de jugadores. De hecho, no sólo se puede echar la culpa al calor del verano si cierto fontanero está sudando de lo lindo en estos momentos. Porque donde la serie New Super Mario Bros. comienza a sonar a rayado, Rayman Legends resplandece con su gracia e ideas hasta tal punto que quizá tendríamos que empezar a hablar de un nuevo rey del género.
Tienes que tener el corazón excepcionalmente frío para aguantar la sonrisa en los primeros minutos con Rayman Legends. El juego rezuma alegría por doquier, desde los gráficos hasta el diseño de niveles, pasando por los efectos sonoros o la fenomenal banda sonora. Incluso el menú principal del juego, presentado como una gran galería repleta de cuadros que llevan a los niveles del juego, es tan acogedora que me he visto más de una vez simplemente correteando por ahí y haciendo deslizamientos de tripa con Rayman.
La historia es mínima; algo así como que el granuja protagonista y sus otros amigos héroes se han quedado fritos durante cien años, mientras que las pesadillas han invadido el Claro de los Sueños y secuestrado a un puñado de Teenies (las pequeñas criaturas de narizotas azules que conocimos en Rayman Origins). Por suerte, el pequeño, verde y volador colega Murphy está preparado para despertar a nuestros héroes con una buena torta, de modo que Rayman y compañía salen inmediatamente a recoger miles de los pequeños Lums amarillos y a liberar a todos los Teenies que puedan encontrar por el camino.
Que Legends es una continuación directa de Rayman Origins (2011) es algo bastante obvio, y comparte muchas de las mecánicas básicas. Esto significa que te dedicas a perseguir Lums, encontrar salas secretas, saltar, correr, esquivar, nadar y flotar a través de una multitud de mundos coloridos, todo mientras repartes tortas entre los enemigos (y casi siempre también entre los amigos, si juegas en co-op). Pero se nota que en esta ocasión Michel Ancel y su equipo han dado rienda suelta a su imaginación, porque aunque Origins era fantástico, Legends rebosa tanta inspiración, ideas e inventiva, que su predecesor parece casi monótono en comparación.
Han desaparecido las secuencias de shooter en las que montabas a lomos de un mosquito y disparabas salvajemente contra todo bicho viviente. En lugar de eso, cada mundo presenta una temática propia y clara, y un conjunto de mecánicas que combinan de todo y ofrecen variedad. Puede que esto no se aplique demasiado en el primer mundo, pero en Toad Story planeamos en corrientes de aire ascendentes, esquivamos el follaje con pinchos o las plantas carnívoras y conocemos la importancia de poder flotar y torcer con Rayman por el aire, rodeados de peligros. En el fabulosamente titulado (en todos los países) Fiesta de los Muertos, la temática es México y la comida, y grandes porciones de los niveles están hechas de un pastel que tanto el compañero Murphy como ciertos monstruos se pueden comer felizmente, así excavando nuevos caminos para que los aproveche Rayman. En Olympus Maximus la temática es la Antigua Grecia, y aquí hay que esquivar la lluvia de fuego y a unos dioses muy traviesos que disparan rayos contra los jugadores. Mi favorito personal es 20.000 Lums de Viaje Submarino, que fusiona un universo al estilo Julio Verne con ambientación James Bond y mecánicas de sigilo (¡de verdad!), mientras Rayman se pega a las sombras por encima y por debajo del agua, procurando salirse de la mirilla de unas armas letales que disparan a todo lo que se mueve dentro de su campo de visión.
La recolección de los Lums y de los Teenies escondidos es la fuerza motriz del juego, y cuanto más recolectas, más cosas desbloqueas. Nuevos personajes y disfraces, duros niveles de bonus contrarreloj, cartas de rasca que te recompensan con más Lums, criaturas coleccionables o niveles extra de Rayman Origins que se han actualizado con el nuevo estilo gráfico. La dificultad va subiendo con un ritmo constante, y si quieres encontrar todas las salas, niveles y coleccionables secretos, tendrás que echar otras tantas horas más con el juego.
Aparte de que este nuevo Rayman es la bomba en cuanto a diversión -tanto en el desarrollo de los niveles ordinarios como en los ingeniosos jefes y las breves escenas de corte- también luce y suena de una forma absolutamente asombrosa. El estilo es un desarrollo más allá del look pintado a mano de Origins, pero con un coloreado mucho más detallado y con matices, lo que hace que el conjunto parezca un cuadro de olio viviente. La música es realmente fantástica, siguiendo la línea de una curiosa instrumentación con gran gusto por el ukelele y el arpa de boca. Tanto, que varias veces sentí la tentación de desempolvar mi propio uke y ponerme a tocar con el juego. Parte de la música es nueva, parte reciclada del predecesor, pero es el mismo placer escucharla.
Cada mundo termina con un nivel acelerado y frenético en el que hay que hacer 'speedrun' por una ruta diseñada de forma que los saltos, los puñetazos y la recolección de Lums se realiza al ritmo exacto de la música, en este caso temas basados en piezas clásicas e icónicas canciones de rock ajustadas para la ocasión; están Black Betty en el galimatías de Rayman o Eye of the Tiger en una interpretación mariachi. Suena tan genial como desternillante, ¿quién dijo que los juegos rítmicos estaban muertos?
Como mencionaba al principio, he jugado a la versión Xbox y no he podido ir probando las demos de Wii U que han ido apareciendo los meses anteriores, así que no sé hasta qué punto se ha cambiado el juego para encajar en las otras consolas, ni cuánta interacción táctil queda en la versión nintendera (más abajo podrás encontrar pronto una segunda opinión para complementar este aspecto). Aun así, Legends no parece para nada una experiencia amputada en Xbox 360 o PlayStation 3, nada más lejos de la realidad. Ubisoft ha podido sacar el máximo partido a los seis meses de trabajo extra.
Como en Origins, el cooperativo para cuatro jugadores en todos los niveles está disponible, y como pasaba antes la incorporación de más jugadores hace el juego más fácil y más difícil al mismo tiempo. Lo primero porque los muertos siempre pueden revivir mientras que quede uno con vida, lo segundo porque hace falta un grado extra de coordinación en algunas fases. Al co-op se suma el Modo Desafío, que ofrece retos diarios online para no parar de saltar. Por desgracia no hemos podido probar esta parte del juego. Finalmente está el Kung Foot, una especie de combinación en 2D de fútbol y voley playa, en una práctica tan caótica como divertida.
Rayman Legends es amor concentrado. La alegría rebosa por cada poro y grieta, y aunque se pone bastante complicado en ocasiones, el juego es lo bastante generoso con los checkpoints como para no hacerse frustrante jamás, y una buena dosis de tenacidad suele bastar para avanzar. Y si no, siempre puedes salir, coger un nuevo nivel y volver más tarde, pues el juego es deliciosamente no-lineal.
Rayman Origins fue uno de los mejores plataformas de su generación de consolas y Rayman Legends lo ha superado en todos los aspectos. Así de simple. Puede que el protagonista lleve en esto 18 años, lo que es toda una vida en contexto videojuegos, pero no parece así para nada. Rayman refresca como muy pocos lo han hecho.