Probamos los primeros capítulos de Bayonetta Origins: Cereza and the Lost Demon

No hace falta decir a cualquiera que haya visto aunque sea un pelín de Bayonetta Origins: Cereza and the Lost Demon que este spinoff/precuela de PlatinumGames está muy alejado de lo que espera cualquier fan de la serie principal. Son más bien extremos opuestos: de la acción desenfrenada desde el primer minuto, los combos precisos y el espectáculo 3D que rebasa lo absurdo, pasamos a los paseos tranquilos por el bosque onírico de Ávalon con la aprendiz de bruja impura y su muñeco de trapo en un precioso entorno pintado a mano.

De hecho, he de reconocer que me ha costado superar las primeras horas del juego sin dar alguna cabezada. El comienzo del cuento de Cereza es muy lento tanto a niveles tanto narrativo como jugable, lo que sirve de advertencia para los que os intereséis por él. Mucho leer, aunque el relato es bonito y sabe captar la atención, si bien le habría venido estupendo que esa perfecta voz narradora hablara la lengua de Cervantes y no solo la de su coetáneo Shakespeare.

Palabras aparte, que introducen la historia de la Cerecita de 10 años separada de su madre y de las brujas de Umbra y acogida por Morgana, el inicio de la partida recuerda a los juegos de Nintendo de antes, muy tutorizado, muy pausado explicando cada movimiento con ejemplos prácticos. Es en cierto modo entendible, porque esta aventura se juega en gran parte con dos palancas (a lo twin-stick shooter), la izquierda para la niña con sus L y ZL para las acciones, y la derecha con sus R y ZR para su primera invocación: Chesire, su gato de peluche poseído por un demonio infernalmente adorable. Esto ya es original, y también las acciones que puedes realizar con ambos, porque este cuento de fantasía no va de espadas, varitas y arcos, sino de conjuros con raíces ("bridas"), mordiscos, flores mágicas y otras acciones bastante inventivas.

Oirás que comparan la dinámica de juego con Astral Chain del mismo estudio, pero a mí por ahora me parece una mezcla entre Zelda (sobre todo en los puzles y en las mazmorras de posesión de estatuas), a Okami en lo artístico (recordemos que el padre de Bayonetta también lo fue del clásico de Clover) y, por supuesto, a Brothers: A Tale of Two Sons, en aquello de controlar a dos personajes a la vez. No lo haces todo el rato porque en las caminatas por el bosque llevas al peluche en "modo abrazo" como un brazo extensible, pero sí cuando el camino se bifurca para trabajar en equipo, en los combates (Cereza lanza embrujos y Cheshire hace daño) y en los llamados Tír na nÓg, una especie de santuarios a lo Breath of the Wild en los que aprovechar todo lo aprendido para ir rompiendo el hechizo del bosque y aclarando el mapa.

Tras ese inicio algo soporífero que corre el riesgo de desenganchar a más de uno, con los movimientos básicos más que dominados y las primeras técnicas aprendidas o compradas en el árbol de habilidades , a lo que se suma la primera transformación de Chesire en una impresionante versión vegetal del demonio, la verdad es que se empieza a revelar un juego mucho más interesante, variado y embaucador. En otras palabras, empiezan a pasar muchas más cosas y son mucho más satisfactorias, ya sea por la forma de explorar el escenario a lo metroidvania o porque haces algún combo espectacular y lo terminas con un "¡Ñam!" de Chesire masticando a una hada (que aquí, por supuesto, parecen malas).

Estoy sobre el Capítulo 5 de Bayonetta Origins: Cereza and the Lost Demon y empecé a disfrutarlo entre el 3 y el 4. Está claro que tiene su encanto, valga la redundancia, y ya me quedan más claros sus ritmos e intenciones. También que su calibre es de título indie (por cierto, me apetece mucho más en portátil) y que hay por tanto mucha más competencia en esta gama, pero es posible que su personalidad, su arte y su música lo conviertan en una aventura memorable a la larga. Seguiré jugando (y leyendo) el cuento en las próximas dos semanas para contaros si acaba siendo algo mágico.