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Parásitos

Tras el éxito del thriller dramático de Bong Joon-ho en los Óscar esta semana, hemos decidido echarle un vistazo más de cerca.

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Hace unos días, un director de cine surcoreano marcó un hito en la historia de los Óscar. Su película, Parásitos, ganó las dos categorías más prestigiosas que ofrece la Academia: mejor director y mejor película. Fue un gran momento, teniendo en cuenta el potencial del medio cinematográfico este año, con competidoras como 1917, de Sam Mendes; Mujercitas, de Greta Gerwig; e Historia de un matrimonio, de Noah Baumbach. ¿Los elogios son merecidos? Vamos a averiguarlo.

Durante años, el director surcoreano Bong Joon-ho se ha labrado un nombre en todo el mundo al evitar ceñirse a determinadas normas o rasgos definitorios en la creación de películas. Parásitos quizás sea el mejor ejemplo de esa estrategia, puesto que ha jugado con las convenciones del género y las expectativas del público para mantenerlo en vilo en todo momento.

Aunque la película se disfruta más si es una sorpresa, sí podemos decir que Parásitos (Gisaengchung por la ronanización de su nombre original) trata de una familia de bajos ingresos que vive en Seúl, la capital surcoreana, en una zona que recuerda a la de las favelas. Uno de los miembros de la familia recibe la oportunidad de trabajar como profesor de inglés para la hija adolescente de una de las familias más adineradas de la ciudad, y así comienza la interacción brutal, humorística y por capas entre la familia que no tiene nada y la que lo tiene todo. Si contásemos algo más, estropearíamos la sorpresa de seguir a Bong Joon-ho a través de la madriguera del comentario social, los diálogos humorísticos y los giros asfixiantes, así que lo dejaremos ahí.

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La propia Parásitos desafía al género de una forma deliberada, pero se podría comparar con las películas de humor negro de los hermanos Coen (como Quemar después de leer), o quizás con La habitación del pánico, en las que una situación en apariencia simple y comprensible va intensificándose sin remedio. Pero ni siquiera así se le puede hacer justicia, ya que es difícil encontrar comparaciones directas a la ingeniosa y efectiva experiencia de dejarse sorprender continuamente a lo largo de toda la película.

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Queda muy claro desde el principio que Parásitos es una producción cinematográfica de precisión, en la que gran parte del placer que produce en el espectador está directamente relacionada con la posición segundo a segundo de la cámara, los actores y el paisaje sonoro. Es como ver al cocinero Nobu Matsuhisa, portador de una estrella Michelin, enseñando cómo se "dobla" un nigiri. Es muy sencillo, pero se vuelve más complicado a medida que va quedando claro lo precisos que tienen que ser todos los elementos, todos los pliegues, para que den un buen resultado. No desafía las convenciones en este aspecto en concreto, pero hay que verla para poder apreciarla.

A pesar de que los actores surcoreanos que participaron en la película no recibieran ningún tipo de elogio en los Óscar este año, sus actuaciones son magistrales. Las dos familias representan las diferencias socioeconómicas enraizadas en la sociedad local (y en la occidental), y nos permiten ver tanto a vista de pájaro como con lupa las desigualdades que nos definen y que, en última instancia, nos dividen. En cualquier caso, la manera humana y creíble en la que está escrito cada personaje es lo genuinamente impresionante, ya que Bong Joon-ho y su guionista Han Jin-won evitan cualquier tipo de estereotipos, arquetipos y caracterizaciones pobres; en su lugar optan por unos retratos creíbles y humanos de las dos familias. Ninguna de ellas es particularmente heroica ni tampoco son antagonistas caricaturizados: representan cualquiera de los extremos del espectro y cada una intenta salir adelante con lo que tiene. Al menos en un principio.

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Las actuaciones no son lo único impresionante en Parásitos; también tiene una fotografía fantástica. Mientras que otras películas de Bong Joon-ho transmiten una elegancia especial, esta (al menos a primera vista), es increíblemente sencilla. Sin embargo, hay ciertos matices en la paleta de colores, una lámpara concreta en la casa desmesuradamente lujosa de la familia adinerada que proyecta una sombra particular; cuando te das cuenta de los pequeños detalles de los ricos telones de fondo, aprecias una vez más el esmero con el que el equipo de fotografía ha creado los escenarios donde se desarrolla la acción.

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Parásitos es una película especial, narrada con muy buen gusto y diseñada con gran precisión. Por eso es una pena que Bong Joon-ho acabe rindiéndose a algunos de los instintos básicos de los cineastas y acabe la película con una nota amarga. Aunque no vamos a destriparos nada, podemos señalar que, aunque la película esquiva con habilidad los tópicos específicos del género, termina con un golpe sordo en lugar de con la explosión hacia la que se dirigía. Aunque sería una falta de respeto calificarlo de "malo", el final desentona con el resto de la película. Podría decirse que, al tratar de evitar todas las convenciones, Bong Joon-ho acaba cayendo en una de su propia cosecha.

Pero eso tiene poca importancia. Parásitos es una de las películas más originales que haya ganado jamás los dos premios más prestigiosos que ofrece la industria del cine; y se merece ambos con creces.

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09 Gamereactor España
9 / 10
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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