Misión imposible: Sentencia mortal - Parte 1

Ya sea porque te gusta el estilo de la película a la vieja usanza, las impresionantes acrobacias diseñadas y ejecutadas a la perfección, las secuencias magníficas e intensas que no hacen sino aumentar la adrenalina a medida que pasan los segundos o simplemente que Tom Cruise represente una especie de mesías de la experiencia cinematográfica tradicional, tengo algo que decirte: Misión Imposible se ha convertido en algo especial.

No es solo que la serie de películas haya sido capaz de crear a partir de Protocolo fantasma un marco narrativo interesante y sólido como una roca, sino que también logra que sus apasionantes secuencias de acción tengan todo el sentido del mundo. Al igual que ocurre en las películas de John Wick y en Top Gun: Maverick, se trata de una superproducción analógica en plena era digital. Y no solo eso, sino que las películas han ido mejorando constantemente con cada entrega.

De esta manera, me senté en la oscuridad del cine con cara de preocupación durante los primeros 20 minutos de Misión imposible: Sentencia mortal - Parte 1 porque, a pesar de que las primeras escenas suelen servir para marcar el ritmo, en este caso se trata de una mezcla algo desordenada donde intentan combinar varios elementos estilísticos en un terreno inestable y sin la fuerza que cabría esperar.

Por suerte, esa preocupación me duró poco, ya que a partir de ese momento llegó una de las experiencias más intensas, mejor elaboradas, épicas y memorables que pueden pedirse a una superproducción... desde Fallout, la verdad. En resumen, son unas tres o cuatro secuencias largas en lugares como Abu Dabi o Venecia, cuatro secuencias que están continuamente generando intensidad y presencia a través de una sucesión de escenas excelentes y multitud de giros en el argumento.

Sentencia mortal es casi una especie de Mad Max en el sentido de que pone el coche metafórico a toda velocidad con relativa rapidez; de hecho, solo se detiene un momento para dar al espectador un pequeño respiro. Son tres horas que se pasan a toda mecha en las que nunca, nunca te aburres.

Cruise está, como siempre, en estado de gracia. Muestra una entrega, una dedicación y un amor por el personaje de Ethan Hunt que pocos actores pueden igualar en el ámbito de las superproducciones. No tengo duda de que a algunos les decepcionará un poco la imagen sensacionalista que pueda llegar a dar, pero está todo tan minuciosamente pensado y elaborado que es imposible parar de sonreír.

Está rodeado de otros actores que realizan actuaciones brillantes. En concreto, Hayley Atwell hace un excelente trabajo interpretando a Grace, un nuevo personaje que ya se ha convertido en una pieza permanente dentro del impresionante elenco de personajes. Otra cosa es el villano, Esai Morales, que por más que tenga la personalidad enigmática y cerrada de un buen villano de acción, se parece más a Mads Mikkelsen haciendo de Le Chiffre que a Javier Bardem como Raoul Silva.

Sentencia mortal es, mezclando la fantástica banda sonora del compositor Lorne Balfe, unas acrobacias asombrosas y un Cruise en plena forma, un elemento perfecto para entretenernos en este caluroso verano. La única pega es un comienzo algo lento antes de que la película se pone realmente en marcha.

Como ya ocurre con Fallout, Nación secreta y Protocolo fantasma, la serie de películas Misión Imposible se confirma como una de las más consistentes del mercado actual. De hecho, no hay duda de que Cruise y compañía volverán a estar listos para impresionarnos el año que viene cuando Sentencia mortal - Parte 2 venga a poner fin a la saga tal y como la conocemos.