Es uno de los contenidos de Netflix que más me gusta volver a ver de tanto en tanto. Love, Death & Robots es una serie de cortometrajes independientes donde diversos estudios de animación plasman ideas de lo más originales sobre el universo y el ser humano, generalmente con un mensaje de crítica sobre nuestro papel como especie en la existencia.
Esta nueva hornada de cortos hace especial crítica acerca de cómo los humanos estamos descuidando el cuidado de nuestro mundo y el terrible destino que nos aguarda en el futuro si no cambiamos parte de nuestra concepción de nuestro papel responsable en él. Es la más oscura de las tres estrenadas hasta el momento y la más derrotista respecto a nosotros.
En este nuevo volumen también ha aparecido el primer corto que es secuela directa de otro de la antología. Hablo de Tres robots: Estrategias de escape. En este nuevo cortometraje de animación digital volvemos a acompañar al trío robótico de Tres robots (el de la primera colección) en sus vacaciones por el post-apocalipsis de la Tierra, y en cómo intentaron los seres humanos hacer frente al fin de la civilización. Hay una crítica constante al egoísmo y la soberbia de los hombres que se convirtieron en los arquitectos de su propia destrucción. El choque entre el humor del trío robótico y las escenas de muerte es hilarante, pero siempre deja ese poso descorazonador para que reflexionemos antes de llegar a la extinción.
También esta nueva temporada me ha servido para reconciliarme con la animación realista, porque algunos de los mejores hacen uso de este estilo. Me refiero a En Salas Abovedadas sepultada (que tuve que explicarle a mi pareja que era animación y no un corto con personas reales), una fantástica historia de horror cósmico en el contexto de un conflicto actual, en el que aparece hasta el mismísimo Cthulhu. No es el primero de la serie que se aproxima al imaginario de Lovecraft, ya que en el Volumen 2 tuvimos En la hierba alta que también tenía muchos de sus elementos icónicos.
En la misma línea realista están los otros dos cortos más notables del Volumen 3: El enjambre y Jíbaro. El primero es una historia de ciencia ficción en el espacio, en la que una pareja de humanos intenta apropiarse de una supuesta raza insectoide "inferior" para utilizarla como esclavos. Por supuesto, el desenlace no es el que esperan. Jíbaro es una fábula sobre la avaricia del ser humano y la destrucción de todo en la persecución de los objetivos. Un caballero sordo y una sirena cubierta de oro con terribles poderes se entrelazan en una danza frenética y sangrienta en la que se cruzan el deseo, el dolor y la fiebre del oro a ritmo tecno. Sin duda el más transgresor de la serie y posiblemente, el mejor de todos tanto en calidad artística como en mensaje.
Mal viaje es otro corto de animación realista que explora muy bien la condición humana. Una tripulación de un barco se enfrenta a una terrible criatura de las profundidades y vacila entre plegarse a sus deseos y condenar a un pueblo o morir intentando detener el desastre. La desconfianza entre el capitán y la tripulación bien daría para un buen largometraje al estilo Rebelión a Bordo de 1962.
Ya alejándonos de las escenas realistas se aprecia que la calidad y la fuerza del mensaje se simplifican bastante. La parte más floja de Love Death & Robots Vol. 3 se la lleva La noche de los mini muertos. Un corto animado con unas maquetas de minúsculas ciudades en las que se ven escenas de un apocalipsis zombi en clave de humor dirigido por Tim Miller. Es el más corto de la serie (sólo dura 7 minutos) pero aunque te saque media sonrisa con su humor ácido, es el más olvidable de todos. También me he quedado un poco a medio gas con El mismo pulso de la máquina, una historia sobre dos astronautas perdidas en la luna de Júpiter Ío, en el que se entremezclan la falta de oxígeno con el viaje psicodélico de los opiáceos de la protagonista hablando con la propia luna. Demasiado enrevesado como para sacarle partido. Equipo mortal es divertido porque es una referencia constante al cine de acción ochentero de chuache y compañía, pero ni la idea es original ni tampoco me queda claro el mensaje final que debo llevarme, aunque me lo haya pasado pipa con las one-liners que sueltan constantemente los personajes.
¿Esto significa que esta tercera antología es mala? Ni mucho menos. Y para muestra he querido dejar para el final otro de los mejores capítulos. Las ratas de Mason (cuya animación y estructura me recuerda mucho a El vertedero, uno de mis favoritos de la primera temporada) es además el único que acaba con un mensaje claramente positivo, en el que Mason (un granjero con un serio problema de plagas en su finca) tiene que afrontar la rebelión de las ratas que se alimentan de su grano. El desenlace final es de lo más inesperado y encantador, y es así como quiero que quede esta tercera temporada de Love Death & Robots. Netflix realmente tiene que plantearse invertir más recursos en esta ficción, ya que es uno de los productos favoritos por los usuarios de la plataforma, y siempre habrá buenas historias que contar (y quizá alguna incluso llevarla al largometraje). Veremos cuando llegue el Volumen 4.