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The French Dispatch

La crónica francesa (The French Dispatch)

Una revolución ajedrecística, arte presidiario y drama de secuestro. La extravagante crónica de Wes Anderson es pura y sencillamente exquisita.

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La Crónica Francesa, la nueva película de Wes Anderson, se basa en la historia de un periódico homónimo estadounidense que ha establecido su sede en una ciudad ficticia de Francia. En el periódico se publican toda clase de artículos y reportajes: relatos biográficos, confesiones criminales, guías urbanas y reseñas gastronómicas, todos ellos increíblemente carismáticos. Esto es lo único que el editor les exige a los periodistas, así que, mientras los artículos sigan llegando, pueden ser del tema que sea, sin reserva alguna. En la película podemos hojear el último número de la redacción, donde vemos todo tipo de cosas, desde homenajes a la vida a lastimosas esquelas.

The French Dispatch

Como si de un menú de tres platos se tratara, Wes Anderson sirve deliciosas historias que son manjares en sí mismas y a varios niveles. Para transmitir todo lo que ocurre en un periódico, aquí se condensan cuatro o cinco películas, y yo habría visto de buena gana cuatro o cinco más. No me gustó El Gran Hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel) porque la originalidad de Anderson no fue suficiente para la poca chicha que tenía la historia, pero en la segunda parte (en la que Frances McDormand interpreta a una reportera solitaria que se encarga de cubrir los despertares políticos de los alumnos) me di cuenta de que me gustaba la sucesión de historias cortas y de que el estilo retorcido de Anderson le daba más fuerza a sus recortados retratos biográficos.

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Ver La Crónica Francesa es dar un paseo de dos horas por la cabeza de Anderson que, aunque es un mapa laberíntico de varios relatos biográficos, nunca se pierde en las aspiraciones de su propio narrador. Por supuesto, está salpicada de numerosas anécdotas y mucho diálogo, pero, al mismo tiempo, no resulta fácil despegar los ojos de la riqueza de detalles que ofrece Anderson continuamente. También cuesta no abandonarse a los matices poéticos de Alexandre Desplats, o no encandilarse con las excéntricas historias de amor, no querer volver a verlas. Los enamorados de la composición al estilo postal de Anderson y de su tremendamente característico estilo, en resumen, se sentirán como en casa en La Crónica Francesa, una película tan ambiciosa y acogedora como podemos esperar de su director.

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Probablemente, la mejor parte del último número de La Crónica Francesa es el reportaje de sucesos, que, en realidad, es un reportaje sobre un conocido chef asiático que termina con una secuencia animada de una persecución de coches por París. Los matices tintinescos de esta secuencia ilustran lo fácil que le resulta a Anderson moverse entre diferentes géneros narrativos: ahora nada me haría más feliz que ver una película animada de Tintín dirigida por Anderson. Solo me quedé con ganas de ver a más personajes de la redacción de French Connections, tan caprichosamente presentados al principio de la película, pero por todo lo demás es una película muy amena. Está repleta de alegría narrativa, romanticismo y las típicas excentricidades de Anderson, sin duda un cálido antídoto contra las lluviosas tardes de otoño.

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09 Gamereactor España
9 / 10
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