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Halo Infinite

Análisis de Halo Infinite (Campaña)

La espera llega a su fin con el capítulo más importante en la historia del Jefe Maestro y de 343 Industries. Halo Infinite ha comenzado algo muy grande.

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Me resulta imposible olvidar aquel agridulce sabor que dejó 343 Industries en julio del año pasado. Llevábamos mucho tiempo oyendo hablar de un Halo en desarrollo, el primero para la nueva generación y el que serviría al estudio para demostrar que puede mantener el legado del Jefe Maestro, del shooter que había logrado que jugar a un FPS en consola no fuera un infierno. Pero su presentación fue desalentadora.

Un título que necesitaba tiempo, más cuidado y más pulido en todo su apartado técnico. Había ganas y prometedores planes para mantenerlo vivo por mucho tiempo, tal y como contaron sus desarrolladores en una presentación a los medios horas después de la gran revelación, pero no era así como el Jefe Maestro debía volver. Lo sabían y lo asumieron, tomando la mejor decisión posible: retrasar su lanzamiento y dedicarle el tiempo que hiciera falta.

Dejar a Xbox Series X|S sin su icono de lanzamiento es un ejercicio valiente, más cuando se había prometido que estaría. Pero quien no arriesga, no gana, y aquí además el riesgo ha sido doble, no solo por retrasar el juego durante todo un año, también por cambiar la fórmula de los juegos del Spartan 117 y Cortana al casi abrazar la fórmula del mundo abierto. Afortunadamente para todos, 343 Industries ha ganado la apuesta con Halo Infinite.

He jugado la campaña del nuevo Halo al completo, y aquí estoy para hablaros de ella. Si queréis saber sobre la otra cara de la moneda, el modo online gratuito, os invito a leer nuestro análisis del multijugador de Halo Infinite, aunque esa maestría con la que 343i ha conseguido un "multi" rápido, intenso y adictivo es algo que se traslada casi punto por punto al nuevo capítulo en la historia de este Spartan.

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Halo Infinite

Y lo reconozco. Entré con miedo en el Halo Zeta, el gigantesco anillo en el que transcurre el grueso de la aventura. Tras un comienzo más "pasillero", en la línea del Halo tradicional, 343 te lanza a un mundo grande, pero no gigantesco; con libertad, pero no absoluta. Es difícil adentrarse en él sin tener recuerdos de otros shooters recientes que han desgastado la fórmula del mundo abierto, sin avanzar pensando que el equipo ha abrazado este esquema por querer sumarse a un carro que sacrifica la esencia de una franquicia que siempre se ha caracterizado por la intensidad, concentrada por la linealidad.

Pero lo han conseguido. Han demostrado que este era el paso que Halo tenía que dar y han dado con la forma perfecta para hacerlo. No se han dejado llevar por extensiones kilométricas, por los "chorrocientos" eventos y secundarias aburridas. Menos es más, dicen, y Halo Infinite lo demuestra. Todo lo que suma lo hace con sentido, no por la ambición de tener el mundo más grande y con más cosas por hacer. Es más, su mapa es pequeño en comparación con otros y no está sembrado con cientos de tareas. Ni siquiera plantea un diseño o esquema revolucionario frente al resto. Juega sobre seguro, pero qué bien juega.

¡Y qué bien se juega! No tenía una experiencia tan sorprendente y satisfactoria con un shooter desde que Doom revivió en 2016. Hacía mucho que no soltaba un mando pensando en cuándo podría volver a cogerlo, e Infinite lo ha conseguido constantemente. Siempre ha hecho que me vaya con la miel en los labios, con ganas de explorar otro rincón de un mundo que recuerda e intensifica las sensaciones que generaba el veinteañero Halo: Combat Evolved.

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El control responde con una precisión quirúrgica, aunque siempre se puede ajustar como te venga en gana, todas y cada una de sus armas resultan útiles y divertidas y los nuevos gadgets del jefe le dan una versatilidad como nunca antes han tenido. Son pocos (escudo, gancho, sensor y 'dash'), pero hacen que el combate adquiera una tridimensionalidad antes inexistente en la franquicia.

Sea destruyendo los puestos de los Desterrados (facción enemiga, remanente del Covenant capitaneado por los Jiralhanae, o Brutes), conquistando Bases de Operaciones Avanzadas (BOA, necesarias para el viaje rápido y para "invocar" vehículos o armas con las que equiparte) o aniquilando a objetivos especiales para conseguir armas modificadas, Halo Infinite siempre te da alicientes para avanzar y explorar. En primer lugar, porque no abusa de estructuras repetitivas, aunque casi siempre acabes haciendo lo mismo; en segundo lugar, porque el combate es endiabladamente divertido.

En menos de un minuto de juego, eres capaz de hacer que el Jefe Maestro atropelle a varios Grunts con un Ghost robado, se lance a las alturas enganchando a un Skimmer con su nuevo gancho, caiga desde el cielo con un martillo de energía, contenga a varios Brutes con el Rifle de Asalto mientras los riega de granadas, coja una espada de energía de un Élite caído, rompa un núcleo que retiene varios Marines de la UNSC y todos juntos terminen con el resto de fuerzas enemigas de la zona. Parece casi un trabalenguas, y al principio lo es hasta para tus manos. Pero, gracias a no perderse con cientos de herramientas y a un control sencillísimo, tardas muy poco en saber aprovechar todo lo que el juego pone a tu disposición.

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Es frenético, es rápido y, sobre todo, es orgánico. Podría parecer que este nuevo esquema de juego atomiza la experiencia, pero 343 Industries ha conseguido que el Halo Zeta siempre sea interesante. Cada pocos pasos encuentras algo, sea una nave caída que contenga grabaciones de humanos o Desterrados que revelen más del 'lore', una cueva custodiada con algún Núcleo Spartan para mejorar tus habilidades (gadgets) o un grupo de Marines que necesitan tu ayuda. O si no, siempre puedes balancearte entre árboles cual Spider-Spartan usando el gancho. Sin duda, el mejor gadget de todo el repertorio de John por su utilidad tanto dentro como fuera del combate. Hace que no haya rincón del mapa que no puedas explorar sin necesidad de vehículos.

Pero no hay que llevar a confusiones. Por mucho que Halo Infinite pueda considerarse de mundo abierto, la progresión es lineal, con misiones principales a superar para avanzar en una Campaña que a veces juega demasiado con el vacío que hay entre Halo 5: Guardians y esta entrega y que, como de costumbre, usa términos como "El Auditorio" o "La Emisaria", tan ominosos como confusos. A su favor, hay que decir que estas misiones también transcurren en escenarios cerrados y más familiares para los veteranos, además de que este esquema que sigue ayuda a mantener el hilo en todo momento y que, también, va abriendo más zonas a explorar y cosas que hacer constantemente. ¿En su contra? Ciertamente, nada. Es una progresión que encaja con Halo y que no pierde el ritmo en ningún momento.

Además, 343i se ha encargado de que no puedas salirte de los márgenes, delimitando tu área de acción entre misión y misión. ¿Intentas salirte de la zona en la que debes estar? Una cuenta atrás te obliga a volver y, si no lo haces, morirás. Por suerte, esas fronteras invisibles abarcan territorios suficientemente grandes como para no encontrarte con ellas salvo que quieras experimentar más de la cuenta o poner a prueba el juego.

Halo Infinite

¿Y su historia? Es casi imposible entenderla al 100% sin el contexto de los anteriores juegos. Sus responsables afirmaron que, en cierto modo, Halo Infinite era una especie de 'reboot', y ahora entiendo que se referían a lo mecánico, no a lo argumental. Por supuesto, todas sus secuencias cinematográficas y las grabaciones (todo doblado al perfecto castellano) dan material suficiente como para saber qué pasa sin el bagaje de los anteriores Halo, pero aconsejamos jugarlos para conectar realmente con la historia y sus personajes, sobre todo con un Jefe Maestro al que una vida en constante guerra empieza a pesarle.

Los veteranos podéis esperar sorpresas, giros de guion e importantes revelaciones del pasado. Los no veteranos, prestad atención a cada conversación y detalle. Todos acabaréis entendiendo que cada decisión y cada acción tienen consecuencias para todos los bandos implicados en esta historia.

Ahora, con este pequeño salto mortal con tirabuzón que me vais a permitir, tengo que mantener eso de que cada decisión trae consecuencias. Xbox y 343 Industries decidieron que Halo Infinite sería un juego de Xbox Series X|S, pero también de Xbox One. La consecuencia es... que va como la seda. He jugado en Xbox Series S, y siempre en Modo Rendimiento para disfrutar de unos 60 fotogramas por segundo constantes tanto en exteriores como en interiores. Se puede apreciar algo de 'popping', pero no pesa en absoluto. Además, sin ser una pieza de total vanguardia en lo técnico, es absolutamente robusto y se ve de maravilla.

Halo Infinite

Quizá podría ser más asombroso si se centrara en el nuevo hardware, pero el conjunto es casi impecable, salvo por algunas animaciones que se mueven a la mitad de fotogramas por segundo (hay que sacrificios para mantener la fluidez en Series S). Una pena, por otra parte, que surjan pantallas de carga, aunque pequeñas, al acceder a ciertas misiones que requieren adentrarse en entornos cerrados. En tiempos de los SSD, estas pantallas chocan con lo orgánico que se siente todo el juego.

No me olvido tampoco de lo musical, porque esta BSO en la que priman la percusión y lo coral sabe dosificarse por completo. Quienes jugaran a The Legend of Zelda: Breath of the Wild van a notar que Halo Infinite sigue sus pasos a la hora de usar la música. Está presente casi siempre, pero nunca se sale de su papel para mantener la atmósfera. Gana intensidad cuando tiene que hacerlo y sabe cuándo tiene que bajar el ritmo. Subidón y calma, tensión y relajación. Simplemente, encaja.

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Tras completar una aventura que me ha llevado bastante más de una decena de horas, puedo decir sin miedo que Halo Infinite es el shooter que más he disfrutado en años. 343 Industries ha cogido todos mis miedos y los ha tirado por la ventana, los ha arrollado con un Warthog y los ha roto en pedazos con un SP4NKER. Han dado con la clave para renovar la franquicia sin renunciar a su esencia, han conseguido ese ejercicio de malabarismo tan difícil para avanzar sin renunciar al legado del Jefe Maestro.

En definitiva, han sabido encauzar su ambición por el camino adecuado, volcándola en mimar cada añadido y no en sumar sin mirar. Es un juego que absorbe y da mucho más de lo que esperas. Es el retorno que Halo merecía.

Te lo advierto: cuando pises el Halo Zeta, no querrás irte de él.

09 Gamereactor España
9 / 10
+
El mundo no aburre en ningún momento. Se ve y se mueve tan bien como fluido. El control es perfecto. Los nuevos gadgets amplían las posibilidades con total acierto.
-
La historia puede resultar confusa si no has jugado a los anteriores. Algunas pantallas de carga en mitad de la partida.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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ANÁLISIS. Autor: Juan A. Fonseca

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