Si a primeros de año me hubiesen preguntado que antes de 2016 tendríamos Fallout 4, no me lo hubiese creído. Aunque el juego era un secreto a voces, en esta industria no estamos acostumbrados a recibir grandes producciones a pocos meses de anunciarse. En junio se estrenó con el primer tráiler, y a mediados del mismo mes Todd Howard, el productor ejecutivo de Bethesda, nos sorprendía con una fecha de salida que nos hizo marcar noviembre en rojo en el calendario. Un día que ya está aquí. Mañana.
Porque Fallout 4 es el título con el que Bethesda vuelve a la franquicia tras dejar que Obsidian se encargase de New Vegas. Estamos ante el estudio que nos trajo The Elder Scrolls V: Skyrim, ante los tipos que nos dejaron boquiabiertos al salir del refugio 101 en Fallout 3. Para muchos, este juego es un tiro seguro, no puede fallar.
Por eso hay que empezar su análisis despejando la primera duda. Sí, Fallout 4 cumple con muchas expectativas, pero eso no significa que sea perfecto. Estamos ante un juego enorme en el que tú eliges quién eres, con quién te alías y a quién combates, aunque también ante una cuarta entrega numerada que mantiene muchas de las fallas de sus predecesores tridimensionales.
Entrando en materia, Fallout 4 te mete en la piel de un superviviente al holocausto nuclear. Tras un abrupto despertar, resulta que tienes motivos suficientes para salir al exterior en busca de respuestas. Es mejor no desvelar más detalles de los necesarios; cada pequeño descubrimiento depende de ti, y con eso queremos decir que también puedes pasar de todo e ir a tu aire. El juego no te empuja a seguir la trama principal, pero si decides hacerlo te encontrarás con una aventura llena de sorpresas donde nada es lo que parece.
Todo lo que visitas esconde un pasado, incluso la chabola más pequeña. Los terminales, los cadáveres y los objetos de cada lugar hablan del terreno que pisas; el juego no te cuenta las cosas de manera directa, y por eso te apetece indagar y saber más. Aunque Fallout 4 esté lleno de estos pequeños tesoros, sería un error obviar el esmero de Bethesda en la historia principal.
En esta ocasión, seguirla te asegura visitar la gran mayoría de emplazamientos clave, conocer las grandes facciones que se disputan el control de la Commonwealth (el Yermo de Fallout 4) y entender cómo funciona el mundo. Además, Bethesda tiene reservados unos cuantos golpes maestros durante la aventura, algunos muy curiosos si vienes de entregas previas.
A los mandos, estamos ante un sistema totalmente continuista respecto a Fallout 3: el mismo sistema de apuntado, un idéntico manejo de la cámara, una calcada navegación por el Pip-Boy, un sistema V.A.T.S. muy similar, el sistema de hackeo de terminales y de ganzúas de Fallout: New Vegas y un largo etcétera. También hay cambios. Ahora tienes un menú de selección rápida del armamento más sencillo, en cruz, que recuerda al de The Last of Us. La recolección de objetos también es más fácil y funciona con un desplegable rápido para no pausar la partida. Todo es familiar y también mejor.
En cuanto a las habilidades, se modifica levemente la fórmula de los famosos S.P.E.C.I.A.L. de los títulos anteriores. Cada atributo -los antiguos Extras- cuenta con una lista de aptitudes relacionadas, todas con varios rangos. Por ejemplo, si subes 4 puntos la inteligencia puedes mejorar tu habilidad de Herrero para crear mejores armas, aunque también necesitas subir hasta el nivel 16. Parece más complicado de lo que es. Además, el panel de 'perks' es muy ilustrativo.
Más allá de números y semejanzas con los títulos previos, si eres un recién llegado te basta con saber que Fallout 4 te dará tantas horas como le pidas. En muchos sentidos es un juego grandioso que incluso puede resultar apabullante, por ejemplo, debido a uno de sus jugosos añadidos. En esta ocasión puedes crear tu propio fortín amurallado, con sus defensas, sus gentes y hasta su comercio. Para hacerlo cuentas con un sistema de construcción que mezcla Minecraft con Los Sims, aunque suene a locura.
Te organizas con una interfaz de menús que te permite elegir qué quieres construir y dónde colocarlo, como en el título de EA. Hay módulos prefabricados pero también bastante margen para la imaginación, y todo requiere sus materias primas para ser construido, como en el juego de Mojang. Este 'crafteo' es el paso lógico a los emplazamientos que podías tener y modificar en New Vegas, aunque es más exigente y te pide algo más que chapas. Por poner un ejemplo, es tan realista que debes configurar tu propia red eléctrica, con su cableado y sus conectores, si quieres iluminar tu casa. Visto de otro modo, también supone algo muy positivo; es un sistema que dará pie a auténticas locuras por parte de la comunidad.
Las modificaciones también se han llevado al armamento, donde ahora puedes retocarlo todo. Cada modificación tiene su coste, requiere sus materiales y hay que pensarla con cuidado. Pero por encima de lo dicho, el punto más jugoso de la personalización está en las servoarmaduras. Cada pieza de estos trajes es mejorable, puede cambiar de apariencia e incorporar atributos que mejoran tus estadísticas. Dedicándole tiempo, puedes llegar a tener un auténtico todoterreno bípedo que podría enfrentarse a lo que le pongan delante. Bueno, a casi todo.
Fallout 4 sabe equilibrar bien la sensación de progreso continuo con la de inseguridad permanente. Tras varias horas jugadas, echas la vista atrás y te ves mucho más preparado para el constante mundo hostil en el que vives. Pero por otro lado, da igual que vayas acompañado de tu compañero supermutante y estés equipado con tu servoarmadura: siempre pueden torcerse las cosas.
Siguiendo con el tema de los acompañantes, en Fallout 4 no los cuentas con las dos manos. Hay un buen puñado y cada uno tiene su código ético -excepto Albóndiga, tu perro, por motivos obvios- y responderá en consecuencia a tus acciones, llegando incluso a decidir que no quiere acompañarte. Lo más interesante es que son un excelente apoyo para la exploración y la recolección gracias a la mejoría del sistema de órdenes, que ahora funcionan con la mira.
El empeño de Bethesda se nota en los pequeños detalles, y hay un buen puñado. Cuando vas acompañado, dependiendo de la situación puede que uno de tus amigos intervenga en la conversación si considera que actúas mal, o que le tengan el puesto ojo encima según el lugar que visites. También van comentando las zonas que visitas. Todo se siente vivo, especialmente las ciudades.
Otro de los aspectos con mejor implementación son los diálogos. Las mecánicas de conversación de Fallout 3, más propias de un Monkey Island, quedan reemplazadas por una interfaz con cuatro opciones que recuerda a los juegos de Telltale. La diferencia aquí es que las hay que requieren cierto nivel de Carisma para que tengas éxito. Es un sistema más natural, menos complicado y que da pie a charlas con más sentido.
Uno de los puntos clave de todo juego de mundo abierto que se preste es el tamaño. Fallout 4 puede no tener el mapeado más extenso si lo comparamos con otros del género como The Witcher 3. Aun así, no lo necesita. Su extensión es más que suficiente si además tenemos en cuenta las zonas interiores en las que puedes perderte, fácilmente, un buen par de horas. Boston, que ocupa el centro del mapa, es la zona urbana más grande vista en la franquicia y es varias veces la ciudad de New Vegas.
Respecto al rumor referido a la poca espectacularidad gráfica del juego, la versión de PS4 que hemos probado (previa al parche de lanzamiento) cuenta con un buen puñado de panorámicas dignas de postal. Puede que la distancia de dibujo deje edificios con pocos detalles y algo geométricos, e incluso hay algo de 'popping' en los enemigos al usar una mira telescópica. Pero a las distancias cortas Fallout 4 se ve bien, está muy por encima de sus predecesores y, a su favor, hay que decir que su motor renderiza cada objeto con su propia física. Es decir, todo es manipulable. Pocos juegos pueden decir eso.
El clima dinámico es sobresaliente. Desde las tormentas lluviosas hasta la niebla más densa; el terreno se adapta a cada situación y los efectos de luz consiguen crear una muy buena atmósfera. Además, en esta entrega también hay tormentas radiactivas con las que no te queda otra opción que resguardarte hasta que pasen. Si a estos paisajes cambiantes les añades la mejor y más extensa selección de canciones para la radio de toda la saga, donde también se rescatan grandes clásicos como "I don't want to set the world on fire" -el tema estrella de Fallout 3-, el resultado habla por sí solo.
Pero Fallout 4 peca de varios de los errores que Bethesda todavía no ha sabido solventar en sus distintas obras. En primer lugar -y pese a la evidente mejoría-, los personajes siguen moviéndose de una manera demasiado robótica. Parece algo acorde con su inteligencia, porque no hay atisbo alguno de progreso en la habilidad de los enemigos en darte caza. O se resguardan en una cobertura y te disparan o vienen a por ti; no saben funcionar en grupo ni flanquear al enemigo.
La segunda pata coja de este juego va en relación a los distintos bandos que pueblan la Commonwealth. La mayoría están enfrentados, pero sin embargo tú puedes formar parte de todos ellos a la vez. Como resultado, te puedes encontrar con que dos facciones se encuentren y se líen a tiros mientras pasan de ti por completo. Sí que puedes volverte en contra de una facción cuando te apetezca, y en cierto momento crucial sí que acabas enemistándote con alguna, pero no te darán la espalda por decisión propia si te ven andando con el enemigo.
Aun así, Fallout 4 cumple con creces en todo lo demás. Bethesda vuelve con otra obra maestra que bien seguro aspirará al mejor juego del año. La gran revolución de la franquicia vino con Fallout 3, de eso no hay duda, y el de ahora es un título continuista. Pero también es ambicioso. Los pequeños cambios en las mecánicas son grandes aciertos, y el sistema de construcción, además de ser algo que se veía venir, no desentona y se adapta al resto del juego. Fallout 4 es más Fallout que nunca porque tú decides, más y mejor que nunca.