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Dune

Dune (2021)

¿Logra la versión de Denis Villeneuve de la novela de 1965 convertirse en la mejor adaptación?

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En su día se dijo que Dune, de Frank Herbert, era una obra de ficción literaria tan avanzada, compleja e inherentemente extraña que, simplemente, no se podía trasladar a una película de forma satisfactoria. Eso, al menos hasta cierto punto, quedó demostrado con el intento de David Lynch en 1984, una ambiciosa a la vez que defectuosa y superficial sombra de lo que ofrece el material original. Lynch era un nombre de moda en Hollywood por aquel entonces, con algunos éxitos en su palmarés, como pasa con Denis Villeneuve en la actualidad. Y eso lleva a la gran pregunta: ¿Ha conseguido domar al indomable donde fracasó otro hijo pródigo?

Dune

Dune, de Villeneuve, es una bestia totalmente distinta a la de Lynch, grandiosa en casi todos los aspectos imaginables y casi regia, ya que brilla como un diamante negro que tuerce la luz que pasa por él. Su principal atractivo es su escala, su fe en la grandeza, el esplendor de sus vistas y, aunque aúna todas las características de algo que supone el comienzo de un relato mucho más grande, satisface y dramatiza la novela de Herbert de una forma que antes se creía imposible.

Para los que no la conozcan, Dune es la historia de las casas y el planeta Arrakis. En un futuro lejano, el universo que conocemos está gobernado por un único emperador, pero, junto a su imperio, coexisten poderosas casas, baronías por llamarlas de alguna forma. En el centro de este universo se encuentra un único planeta desértico, hogar de la mística Especia (o Melange), la única materia prima esencial para los viajes interestelares. Al comienzo de nuestra historia, la Casa Atreides recibe el control de Arrakis de manos del emperador, y la brutal Casa Harkonnen se ve obligada a retirarse tras 80 años controlando la distribución de la especia. Sin embargo, detrás de este gesto se está preparando un plan malvado, y depende del heredero de la casa Atreides, Paul, detenerlo ante de que sea demasiado tarde.

De nuevo, incluso este breve intento de describir las facciones, las motivaciones y los personajes se queda muy corto en comparación con la complejidad de la novela de Herbert, pero Villeneuve logra, en la mayoría de los casos, manejar la enorme cantidad de información clave con cuidado. Es cierto que algunas exposiciones no son tan delicadas, recurriendo a los "videolibros" de Paul para conocer a los Fremen, los habitantes de Arrakis, y las especias en general, pero la mayor parte del tiempo el guion logra desenvolverse con suficiente garbo, poder y determinación, resultando suficientemente convincente. La extraña naturaleza de la versión de Lynch da paso a un tono brutal y melancólico, a un ritmo rápido y a un sentido de la teatralidad que cualquiera engulle con asombro durante la mayor parte de lo que dura la película.

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Dune

Por supuesto, está capitaneada por unas actuaciones simplemente increíbles, desde Timothée Chamalet hasta Zendaya, de Javier Bardem a Oscar Isaac, de Josh Brolin a Jason Momoa, todos lo dan todo para dar forma a una amplia galería de personajes distintos, creíbles y que valen la pena como peones en una historia más grande. Por supuesto, hay momentos en los que uno siente que no llegamos a pasar tiempo suficiente con cada uno de estos personajes y, particularmente en el segundo acto, hay momentos en los que la escala, la destrucción y el peso épico de la narrativa tienen llegan a costa de una mayor caracterización.

Así que, aunque el Gurney de Brolin está bien construido y presentado, simplemente no pasamos suficiente tiempo con él, y eso se puede decir también de otros personajes principales. Ese ritmo rápido que mencionaba nos hace avanzar, pero también deja poco respiro.

La naturaleza visual de la película también deja sin aliento, pero de la mejor forma posible. Fantásticamente cortada, coloreada, rodada y coreografiada, Dune es pura audacia visual, con una ambición casi desafiante. Las gigantescas naves espaciales, los gusanos de arena, incluso la decoración de los interiores gritan decadencia. Es una imagen impresionante tras otra, golpeando los sentidos hasta hacerlos papilla y dejando con ganas de más. Esto, además, se ve acentuado por una de las mejores bandas sonoras que haya podido hacer Hans Zimmer. Está muy cerca de su trabajo con El Caballero Oscuro: La leyenda renace en cuanto a escala, pero también es igual de subversiva.

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¿Es entonces una película perfecta? No. Hay escenas menos convincentes, muchas de ellas con combates cuerpo a cuerpo. Los generadores de escudo personales son canónicos, por supuesto, pero la forma en la que se han introducido hace que los combates resulten más bien vacíos, sin ese empuje sensorial del que hace gala el resto de la película. Ah, y esto es digno de mención: Villeneuve afirma sin tapujos que esta es la primera parte y que, por lo tanto, espera que haya pocas conclusiones aquí. Es un montaje que a algunos parecerá mal, sobre todo si la película no funciona lo suficientemente bien como para justificar una secuela, pero qué montaje.

Villeneuve sigue por donde se quedó con Blade Runner 2049, que a su vez sigue donde se quedó La Llegada, construyendo una estela de logros cinematográficos hechizantes, cada uno más entrañable que el anterior. Es el director con más talento que tiene Hollywood actualmente y, ahora que ha conquistado Dune donde Lynch fracasó, no hay nada ni nadie que pueda pararlo. Aunque esperamos que llegue a terminar su trabajo.

Dune
09 Gamereactor España
9 / 10
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