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Diogo Jota, del Liverpool, muere en un accidente de coche en España

El delantero de 28 años y su hermano André perdieron la vida en un accidente mortal cerca de Zamora.

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Iba a ser una escapada tranquila. Unos días de descanso lejos del terreno de juego. En lugar de eso, acabó en tragedia. Diogo Jota, uno de los talentos ofensivos más brillantes del Liverpool, murió en un accidente de coche en la madrugada del jueves en Zamora, España. Tenía 28 años. Su hermano André, también futbolista profesional, murió junto a él.

El accidente se produjo aproximadamente a la 1:30 de la madrugada en la autovía A-52, cerca de la localidad de Cernadilla. Según Zamora24horas, el vehículo se salió de la calzada y estalló en llamas. A pesar de la rápida respuesta de los servicios de emergencia, incluidos bomberos, médicos y Guardia Civil, ambos hombres fueron declarados muertos en el lugar de los hechos. Los hermanos habían estado viajando juntos durante la temporada baja, con Diogo de vacaciones tras la ausencia del Liverpool en el Mundial de Clubes.

La muerte de Jota ha conmocionado al mundo del fútbol. Conocido por su implacable energía, su agudo instinto y su tranquila humildad, se había convertido en parte integrante de la plantilla del Liverpool desde que llegó procedente del Wolves en 2020. Ya fuera marcando goles decisivos en la Premier League o dando un paso adelante en las noches europeas, jugaba con una urgencia intrépida que le convirtió en uno de los favoritos de la afición. Fuera del terreno de juego, era un padre y un compañero devoto, y estaba muy unido a su familia, especialmente a André, que jugaba en el Penafiel de la segunda división portuguesa.

La conmoción es profunda. El Liverpool FC ha emitido un sombrío comunicado, en el que describe al club como "desconsolado". Compañeros de equipo pasados y presentes han rendido homenaje, al igual que clubes rivales, la selección portuguesa y aficionados de todo el mundo. Para muchos, el repentino fallecimiento de Jota no es sólo la pérdida de un futbolista, sino de una vida llena de promesas, de una carrera que acaba de alcanzar su mejor momento y de un hombre cuya humildad estaba a la altura de su talento.

El camino hacia la grandeza no había hecho más que empezar para Jota. Jugaba con un fuego silencioso y un propósito inquebrantable. Y aunque su viaje ha terminado demasiado pronto, el recuerdo de sus giros bruscos, sus remates certeros y la tranquila dignidad con la que se comportaba permanecerán grabados en los corazones de los aficionados. Al final, no son sólo los goles o los trofeos los que le definirán, sino la gracia, el espíritu y la humanidad que aportó al juego que amaba. Que él y su hermano descansen en paz.

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