Sabíamos que no era una tarea sencilla desde el principio. Relevar al creador de Arkham, Rocksteady, para construir una nueva entrega de una de las mejores franquicias de esta generación era presión suficiente para Warner Bros. Games Montréal. La misión de siquiera igualar a sus predecesores suponía un esfuerzo casi hercúleo.
Batman: Arkham Asylum y Arkham City marcaron sendos hitos. Son juegos que encontrarás en cualquier colección de juegos en condiciones. Juegos en los que cada uno de los aspectos era de la máxima calidad; gráficos, mecánicas de control, historia, actuación vocal, diseño, lo que se te ocurra. Para un estudio que hasta ahora sólo había hecho el 'port' para Wii U de Arkham City, estaba claro que era un reto enorme conseguir seguir las huellas de Rocksteady Studios y terminar estando a la altura.
Y ahora dejémoslo claro: nos gusta Arkham Origins, lo hemos pasado bien. Pero a la sombra gemela de Arkham Asylum y Arkham City, es difícil dejar de ver este juego como una decepción. En muchos sentidos, subraya el acierto y brillantez con el que los desarrolladores originales conformaron la experiencia perfecta del Caballero Oscuro.
Origins es una de las tan de moda 'precuelas', ideada para contar las raíces de la trilogía y por tanto ambientada cinco años antes de lo acontecido en el loquero. Batman es más joven, tiene muy poca experiencia, se deja llevar y actúa más agresivo. Imagina la furia de Christian Bale en lugar de la interpretación ultra-chulesca y y hasta cierto punto indiferente de Kevin Conroy (el actor original).
La pantalla en solitario ocurre el día de Nochebuena, cuando Máscara Negra se empeña en hacerse con un inframundo de Gotham que, a estas alturas, todavía no resulta familiar a la nueva estirpe de súper-villanos. Con la intención de enmascarar, valga la redundancia, su toma del poder, el señor del crimen libera a los reclusos de la Penitenciaría Blackgate para que inunden las calles, y además pone un enorme precio a la cabeza del murciélago, una recompensa ante la que responden rápidamente hasta ocho asesinos.
Batman, prácticamente solo, desprovisto de aliados salvo su fiel mayordomo Alfred (y con reticencias), decide adentrarse en solitario en Gotham para declarar la guerra a su centro criminal. Ya solo a nivel geográfico, Origins es el juego más grande de la serie Arkham. La parte antigua de Gotham, la que se transforma en una súper-prisión para los eventos posteriores de Arkham City, conforma sólo la mitad del mundo de juego.
Ahora existe un puente hacia el norte que conecta la vieja Gotham con la nueva, y esta zona presenta edificios más altos y nueva arquitectura. El mundo de juego es de gran extensión, pero un sistema de transporte rápido que consiste en montarse en Batwing, la nave de Batman, ahorra caminatas. Esto se activa cuando tomas una torre de ofuscación en cada zona en concreto. A su vez, estas torres las instaló, y no es demasiado 'spoiler', alguien llamado Enigma, quien pronto descubrirás que es una versión más joven del Riddler que aparece en los capítulos posteriores.
La investigación de las escenas del crimen también se ha visto extendida. Aprovechando su Visión Detective, el Caballero puede escudriñar el decorado en busca de pistar para reconstruir el transcurso de los hechos, volviendo a componer el crimen como si fuera un enorme rompecabezas. Pero suena más grandilocuente de lo que es. En realidad, consiste simplemente en encontrar pequeños objetos y escanearlos, pero sirve para crear ambientación.
Por lo demás, es lo mismo de siempre. El combate, al igual que el modo Depredador, siguen ahí; no han metido demasiada mano a la fórmula. Entonces, ¿dónde se ha quedado Origins por debajo del altísimo listón marcado por la franquicia?
Por desgracia, la respuesta es: casi en todos los aspectos. Simplemente, el juego no está ni tan refinado ni tan cuidado como las entregas anteriores. La atención al detalle no es la misma, algo que se nota constantemente y que impregna todo el juego.
La historia es bastante entretenida, pero parece una serie de eventos dispares y vagamente relacionados, en lugar de una colección de múltiples secciones bajo un arco argumental común. La cosa repunta más adelante, con el debut del Joker (interpretado por el omnipresente Troy Baker), pero nunca llega a alcanzar el gancho y ritmo de los otros juegos.
Hablando de gancho, la idea de que ocho asesinos distintos vengan a por Batman no está nada mal, pero muchos terminan claramente desaprovechados y los combates contra jefes dependen demasiado del guión; por ejemplo, contra el casi co-protagonista Deathstroke, trabajas para activar numerosos QTE (combinaciones rápidas de botones), que es cuando realmente infliges daño.
Y pese a su mayor tamaño, esta Gotham resulta menos interesante que antes, más aburrida. Arkham City acertó introduciendo poco a poco los diferentes barrios y concentró su historia en zonas concretas, de modo que acababas aprendiéndote su estructura y disposición. En Origins se convierten en un borrón, mientras te centras en cruzar la ciudad de un lado a otro, pasando de un objetivo al que toca después.
Y esta práctica delata los problemas a la hora de recorrer la urbe. Los edificios que puedes escalar son arbitrarios, y no hay ninguna pista o coloreado sutil que los enfatice. El auto-apuntado de la Bat-Garra no es tan fino como antes, y deja de marcar algunos salientes "agarrables" muy evidentes. Todo esto hace que viajar por la ciudad sea mucho menos estiloso y elegante.
Sin embargo, el mayor problema de todos está provocado por el reajuste del sistema de combate. Este componente esencial del juego funcionaba antes a la perfección. Ahora, los momentos de contraataque se han visto alterados, ampliados, mientras que ejecutar ataques específicos para golpear a enemigos especiales queda algo fuera de lugar. Estos cambios no han sido para mejor. Varias veces he intentado activar un Ataque Aéreo sobre matones con escudo aturdiéndolos (B) y saltando (A), pero consiguiendo únicamente que mi Batman los aturda y luego salga andando en la dirección contraria. El movimiento con el que esquivas un ataque de cuchillo también falla frecuentemente. Y aparte de todo esto, al juego parece gustarle enviarte grandes grupos que consisten únicamente en enemigos especiales, algo que acaba en frustración con estas alteraciones del combate.
Puede que la crítica te haya parecido severa o rigurosa, pero hay que reconocer que los cimientos básicos siguen ahí. Y es un buen juego comparado con otros del género. Sin embargo, palidece si lo pones al lado de las dos obras maestras que le precedieron. El Batman de Origins casi parece una metáfora de su estudio responsable: tiene menos experiencia, comete algún error de vez en cuando.