Enseguida queda patente que EA tenía grandes ambiciones con el proyecto Army of Two: The Devil's Cartel. El juego se centra en la fracasada política antidrogas estadounidense, contando cómo el contrabando ha convertido a países latinoamericanos en campos de batalla para los despiadados cárteles de la droga; más allá de cualquier situación que la ley y el orden local puedan controlar.
Al mismo tiempo, es un preciso estudio de personalidad sobre la motivación de la gente que trabaja en servicios de seguridad privada (mercenarios). Uno de nuestros personajes protagonistas, Alpha, es un ex-militar al que han echado del cuerpo y que ahora está intentando casi a la desesperada recuperar las rutinas que sirvieron de marco de trabajo en su vida hasta ahora. Bravo, mientras tanto, solía poner el músculo de una organización criminal, pero ha dejado atrás su pasado sombrío, esperando ganar algo de dinero rápido y retirarse en algún lugar cálido y tranquilo. Y quizás entre todo esto, se esconde el demonio, esperando para golpearte cuando menos te lo esperas.
Vale, está bien. El único problema es que todo lo que acabas de leer es algo que me inventé cuando estaba presenciando una de las numerosas escenas de corte que reproduce Army of Two: The Devil's Cartel.
En lugar de eso, la historia es más simple que el mecanismo de un chupete. Puedes hacer la lista de la compra y mandar SMS a tus colegas mientras ves las 'cutscenes', sin perderte nada de la acción. El guión es muy predecible y los personajes son clichés andantes hasta el punto de que casi no se les puede llamar personajes, pues la mayoría son tan sosos e inexpresivos como las máscaras que llevan. Con la diferencia de que las últimas las puedes personalizar.
En cierto modo estoy impresionado con Army of Two: The Devil's Cartel, porque no recuerdo cuándo fue la última vez que jugué un título que se sintiera tan conforme con su mediocridad. Sin visión, sin intentar ser otra cosa que olvidable. De hecho, no hay nada aquí que no hayas visto mil veces anteriormente.
Esto no quiere decir que The Devil's Cartel sea intrínsecamente malo. Simplemente no es nada ambicioso en ninguna de sus facetas. Al menos las mecánicas y la elaboración están a la altura.
Al tratarse de la tercera entrega de la serie, el sistema de juego está bien establecido. Dos soldados deben disparar a todo lo que se mueve. El nivel de 'aggro' (bronca) de los juegos predecesores que ayudaba a la gente a saber en quién se estaba centrando el enemigo, ha desaparecido. Ahora hay en su lugar un sistema por el que recibes puntos al trabajar en equipo. Matas a un malo, recibes 10 puntos, pero hay extras por hacer de reclamo y crear distracciones, y bonus aún mayores por flanquear a los rivales que están disparando a tu socio.
No es un sistema muy profundo, pero funciona decentemente en la práctica. Otro sistema, que a su vez funciona mejor, es el llamado Overdrive (a tope). En resumen, cada vez que disparas a alguien vas llenando un medidor y cuando está hasta arriba puedes activar este estado en el que eres temporalmente invulnerable y repartes aún más daño. Overdrive se activa de forma individual, pero si lo pones a la vez que tu compañero dobla el daño y la cámara lenta, con explosiones, destrucción y miembros volando por todos sitios.
The Devil's Cartel es un shooter completamente genérico, un Gears of War descafeinado, si lo prefieres, en el que pasas de una galería de tiro a la siguiente, y en el que no hay muchas cosas para combinar la experiencia. A veces tienes que usar una ametralladora montada o un lanzacohetes. Otras haces de francotirador. Puedes comprar nuevas armas y pequeñas mejoras con los puntos que acumulas. Y así he repasado todo lo que merece mención del sistema de juego.
Como pasa con otros tantos juegos recientes de EA, Army of Two: The Devil's Cartel emplea el motor Frostbite 2, tecnología responsable en parte de los sobrecogedores gráficos de Battlefield 3. Y decimos en parte porque esto es una prueba más de que el resultado visual es mucho más que la parte técnica, pues The Devil's Cartel luce bastante cutre. Especialmente cuando los coches y otros vehículos están decorados con unas texturas sin alma, o cuando no hay nada en el decorado que realmente consiga destacar o llamar la atención. No hay vistas grandiosas, nada memorable. El único consuelo es que casi todo se puede volar en pedazos.
Como sus predecesores, The Devil's Cartel se desarrolló con el juego cooperativo en mente, pero quitando que a tu socio lo controle un colega en lugar de la IA, no hay diferencia entre jugar el juego en co-op o por tu cuenta -aunque puedes gozar del rollo 'bro' que sale por los altavoces-. Y este tipo de desesperación mutua puede ser bastante divertida con unas birras fresquitas.
El co-op se puede jugar a dobles tanto a pantalla partida como online (previo uso de un Pase Online, al estilo de EA). Por desgracia no hay drop in/ drop out (entrar y salir en cualquier momento), algo casi estándar hoy en día. Pero tu progresión se comparte entre el juego en solitario y el co-op, y puedes empezar desde cualquier misión liberada anteriormente, así que no pasa tanto.
El combate cooperativo de Army of Two: The Devil's Cartel entretiene. Sin duda hay muchos shooters mejores para compartir con los amigos ya en el mercado, pero no está mal porque las mecánicas funcionan bien y el lado técnico cumple más o menos. Si vas a jugar por tu cuenta, puedes quitarle un punto a nuestra nota, pues se hace monótono y aburrido muy rápido para el jugador solitario.