Análisis de Bravely Default

El paralelismo que se traza constantemente entre los nuevos juegos RPG que vienen de Japón y el Final Fantasy de la vieja escuela se reconoce ya como la parábola de toda la carne que sabe a pollo. De alguna manera, se ha convertido en una frase que ya no significa nada en concreto. Una oración que deberíamos ahorrarnos. Cuando me pongo manos al teclado para explicar por qué deberías comprar el nuevo Bravely Default para tu Nintendo 3DS, no es sin cierto rubor que reconozco que me cuesta mantener mi palabra, porque es llanamente imposible hablar del nuevo mastodonte de los RPG de Square Enix sin que te venga a la mente inmediatamente la serie más popular del sello nipón, Final Fantasy.

Cuando me puse a descargar Bravely Default (la versión nipona hasta lleva el subtítulo "Flying Fairy", ¿peor título del mundo para un videojuego?) tuve que borrar dos juegos completos de la tarjeta SD para hacerle hueco, por mucho que aún me quedaban cientos de megas. Gigantesco tamaño a un lado, resulta sin embargo que esto es un retorno a las raíces del género RPG. Como si Final Fantasy VI saliera hoy al mercado en lugar de para Super Nintendo en los años 90 (¿veis?, ya lo he hecho).

Todos los componentes aparecen uno detrás de otro: el sistema de combate por turnos, la música intensa, la historia cursi, el chaval que lo pierde todo, el mujeriego que pierde la memoria, la mujer apasionada que tontea con el mujeriego y, por supuesto, el miembro del equipo que posee poderes mágicos que determinarán el destino del mundo. Para mi mayor satisfacción, Square Enix también ha decidido situar la aventura en medio de una ambientación arquetípica de fantasía (final, se entiende). Caballeros, magos blancos, monjes, ladrones y mercaderes son algunas de las muchas clases disponibles para repartir entre mi pandilla de cuatro integrantes, cuya misión principal es salvar el mundo.

Cierta inspiración también se podría decir que se ha tomado de Mega Man, en tanto que te quedas las habilidades de un enemigo cuando te lo cargas. Al principio, sólo tienes acceso a la clase neutral aprendiz, pero con el tiempo desbloqueas más combinaciones para tu pequeños grupo. Y naturalmente puedes decidir cómo y para quién repartir cada clase.

Bravely Default también implementa una nueva función tan ingeniosa que la echaré profundamente de menos cuando vuelva a otros títulos del género. Resulta que puedes liquidar las rondas antes de tiempo o guardártelas para después, y esto se aplica de forma individual para cada personaje de mi equipo. Puede sonar complicado, pero hablando claro, quiere decir que puedes decidir jugar cuatro rondas de una si sabes que lo más probable es que derrotes al enemigo directamente de esa forma. Si fracasas, entonces sólo puedes quedarte pasmado y echarte la culpa, pues deberás esperar indefenso mientras el enemigo juega cuatro rondas completas contra ti (lo que normalmente significa una muerte cruel y despiadada).

Si en lugar de eso prefieres guardar tus rondas, tu pequeña compañía se armará y recibirá menos daño con los ataques enemigos. Después de esto, puedes liberar todas las rondas ahorradas (hasta cuatro) y por lo tanto soltar hasta 16 rondas al mismo tiempo.

El sistema funciona genial y pone una distintiva seña de identidad a Bravely Default que hace que se sienta fresco, por mucho que por lo demás sea bastante chapado a la antigua. Sobre todo, significa que no tienes que invertir demasiado tiempo en los combates basura que aparecen por el camino. Al enfrentarte a un pobre y solitario tigre, puedes simplemente exprimir las 16 rondas de antemano, matarlo en 15 segundos y seguir adelante tras echar unos pocos puntos de experiencia a la saca.

El diálogo está bien redactado y la mayoría de los actores de doblaje lo interpretan de forma brillante. Otros, como el mago tartamudo, son tan malos que mejor quitas el volumen y te vas a pegarte una ducha fría. El guión sigue un estilo y presentación reminiscentes de los juegos de Super Nintendo, con los diálogos en cajas de texto. Es humor y sinsentido mezclado con seriedad y oscuridad, y cada pequeño aspecto se lleva hasta el extremo de una forma con la que sólo los J-RPG y los musicales occidentales se van de rositas.

La historia es épica, como debe ser en el contexto de un J-RPG. Quizá un poco demasiado pomposa para lo que es pero, sinceramente, no creo que a nadie le importe mucho cuando la intro CGI del principio muestra cómo un socavón gigantesco se traga todo el pueblo del protagonista Tiz (hermanito incluido), ni cuando acusan a la vestal Agnès de estar detrás del ataque. No obstante, unas horas después, cuando vas conociendo a los personajes, empiezas a preocuparte por ellos. Por ejemplo, cuando Agnès vuelve a su aldea natal por primera vez e nmuchos años, o cuando Ringabel, el auto-proclamado mujeriego amnésico, va desenmarañando su pasado sin prisa pero sin pausa.

Hablando de socavones y pueblos destruidos, esto abre un pequeño mini-juego dentro de Bravely Default que funciona casi igual que Clash of Clans. Tiz convierte en su misión personal restaurar su tierra natal y recobrar su forma original, y este proceso se lleva a cabo simplemente haciendo clic en las casas ruinosas sobre un mapa, asignando la misión de reconstruirla a uno de sus trabajadores. Al principio sólo tenía un currante, pero usando la función StreetPass de 3DS me voy encontrando con otros jugadores que automáticamente se convierten en esclavos en mi portátil. Entonces, los edificios de pueden usar para fabricar ítemes útiles, como armas o pociones.

StreetPass también se puede emplear en combate. Cada jugador de Bravely Default puede preparar su propio ataque y luego pasar a las consolas de otros jugadores para usarlo una vez al día. El sistema es divertido, diferente e indudablemente tiene potencial, pero como suele pasar en estos casos, si vives en una pequeña población alejada de las grandes urbes, lo tienes difícil para encontrarte con muchos jugadores de Bravely Default por la calle. Pero tranquilo; por suerte, puedes conectarte online para encontrar amigos, lo que funciona exactamente igual.

Hasta aquí, puede parecer que Bravely Default es un pelín complicado de más, y lo peor está por llegar. Square Enix ha decidido, para más inri, añadir una función llamada EP que permite pausar la batalla en cualquier momento y cargarte a los enemigos que no pueden hacer nada para evitarlo. Los puntos EP se pueden obtener ya sea dejando la portátil suspendida durante ocho horas o pagando con dinero real. No he podido probar esta función en la copia de review del juego y por lo tanto no sé cuánto cuestan exactamente los EP, pero poco importa. Al fin y al cabo se trata de un absurdo sistema para hacer trampas en el que pagas para ganar ('pay-to-win')... ¡jugando en solitario! y la experiencia de juego es mucho más gratificante si te saltas este aspecto por completo.

De no ser por los últimos componentes comentados, Bravely Default sería la última joya sobresaliente del brillante catálogo 2013 de Nintendo 3DS, pero finalmente se queda 'sólo' en otro notable para su colección. Me encantan los combates, el diseño, la música, los personajes, el desarrollo de los mismos, el sistema de clases inspirado en Mega Man, el ritmo de juego, los escenarios y la cantidad de contenido, pero no aguanto cosas como el sistema EP. También creo que deberían haberse ahorrado la función de StreetPass, pues no deja de molestar a los que nos perdemos un montón de objetos geniales por no vivir en una metrópolis.

Al final, recomiendo a cualquiera que le atraigan lo más mínimo los J-RPG que compre Bravely Default y que lo disfrute por lo que es de verdad, en esencia. Ignora las micro-transacciones, ignora las trampas EP, prueba el StreetPass si quieres, pero, sobre todo, disfruta de todas las otras grandes bazas del RPG más completo y jugoso para 3DS desde Fire Emblem: Awakening.