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The Legend of Zelda: Skyward Sword

Análisis de The Legend of Zelda: Skyward Sword

La leyenda que no muere.

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The Legend of Zelda: Skyward Sword cierra el círculo. Es el omega de un ciclo que tiene su alfa en Twilight Princess; la culminación del loco proyecto de Nintendo que acabó llamándose Wii, pero cuyo sobrenombre será para siempre Revolution.

Porque Skyward Sword no es sólo un juego, es la razón de ser de Wii. Es coger la experiencia y el genio de uno de los mejores equipos de desarrollo del mundo y cristalizarla en una experiencia que, estamos seguros, será irrepetible. Y no sólo eso. Zelda es ver cumplido el sueño de infancia de empuñar una espada y luchar contra monstruos y villanos, rescatar damiselas en peligro y volar a lomos de un pelícaro gigante. Bueno, en mi infancia era un dragón, pero vosotros ya me comprendéis.

Digo que este Zelda será irrepetible porque la próxima consola de Nintendo, Wii U, traiciona la revolución jugable que llegó a casi cien millones de hogares. No volveremos a ver nada parecido en esta industria, por lo menos hasta dentro de muchos, muchos años. Y por eso mismo, este Zelda es aún más especial.

The Legend of Zelda: Skyward Sword
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Hablar de Zelda va mucho más allá que hacerlo de gráficos, texturas, efectos visuales, música o diseño de niveles. Skyward Sword es una gran sinfonía en la que todos los elementos de los que consta están afinados hasta la perfección. Es un engranaje de precisión suiza de un ritmo imparable y perfecto. Nada sobra y nada falta. Una frase al principio de la aventura, dicha de forma casual por un personaje, no ya secundario, sino comparsa, es la pista que nos puede llevar a abrir la última mazmorra del juego. Nada queda libre al azar, todo está pensado y todo encaja al final.

Skyward Sword son emociones a flor de piel. Es sentirse un poco como el Rey Arturo extrayendo Excalibur de su roca, levantarla por encima de la cabeza y saber que sólo se trata del principio, que estamos destinados a grandes cosas. Skyward Sword es enfrentarte a retos que no sólo ponen a prueba tu habilidad como luchador, sino que desafían tu ingenio. Te quedas atascado, das vueltas y más vueltas, vuelves una y otra vez a explorar cada sala, cada rincón, juras que el juego tiene un bug, que es imposible que haya una solución a esa encerrona y, de pronto vemos la luz y damos con la solución correcta. No hay ningún otro juego en esta industria que te proporcione esa sensación de victoria.

Y eso que después de veinticinco años uno podría pensar que ya lo ha visto todo. Pero no. Es como con Super Mario Galaxy. A cada recodo del camino, cada habitación nueva, cada mazmorra, cada enemigo final... Skyward Sword no pierde en ningún momento la capacidad de sorprender al jugador y lo hace con elementos que llevan en la saga desde sus inicios.

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The Legend of Zelda: Skyward Sword

Es un orgullo que todavía haya juegos que no es que traten bien al jugador, con respeto, sino que lo honran. Es como si el juego estuviera deseando que pasaras un buen rato, un joven talentoso excitado porque sabe que su trabajo es el mejor y, aún así, no es orgulloso ni pomposo, sino que está deseando compartirlo con los demás.

Así, los puzles se van sucediendo a una velocidad vertiginosa a medida que avanzamos, ya no por las mazmorras, sino por el mundo. Todo está más controlado, es cierto, pero a cambio sentimos que de verdad nos hemos ganado cada centímetro de terreno que avanzamos. Y por si esto no fuera poco, regala al jugador con un mundo lleno de posibilidades a lomos de su montura, en el mundo de Celéstea, alejado de la urgencia y rigidez de Hyrule y en el que tenemos libertad de explorar y "perder el tiempo" compitiendo en carreras, descubriendo tesoros o, sencillamente, deleitándonos con la sensación de volar.

Cuando luchas en Skyward Sword eres tú el que realmente das los mandobles con la Espada Maestra. Debes observar al enemigo, estudiarlo. Tienes que ser capaz de ver el hueco en sus defensas y atacar en un suspiro con el golpe correcto. Tanto si usas el escudo como si esquivas, las batallas se convierten en una experiencia única que van ganando en complejidad hasta llegar a unos enemigos finales que consiguen esa misma sensación de triunfo que proporcionan los puzles. Sublime.

The Legend of Zelda: Skyward Sword
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Pero Skyward Sword no es sólo un juego para superar, sino que también es para contemplar. Tal vez sea motivo en una puerta que estremece un recuerdo de niñez con un mando de NES en la mano. Tal vez sea la presentación de un personaje nuevo, o la revisión de un nombre ya conocido. Puede que esa gárgola de dragón que escupe lava por su boca nos haga estar un minuto entero mirando embobados sus líneas de diseño y el cómo fluye la lava. El simple hecho de atravesar una tela de araña, de quedar atrapados por ella y soltarnos en un esfuerzo heroico es ya toda una experiencia para la vista cuando vemos caer las hilachas con suavidad.

Empezando por los escenarios y terminando con los enemigos, todo hace gala del principio de la creatividad y el arte al servicio del jugador. Si un enemigo tiene un cinturón con un cuerno de caza no es por casualidad, es porque va a usarlo para llamar a más compañeros si se ve en peligro. Podemos intentar acabar con él mientras corretea en medio de sus sicarios o bien buscamos una forma de arrebatarle el cuerno para evitar que pida auxilio. Skyward Sword se puede superar como un rodillo, pasando por encima sin ton ni son, pero si nos gusta experimentar podemos encontrar la forma bonita de superar cada enfrentamiento.

El aspecto visual de dibujo animado sirve para que el jugador esté abierto desde el primer momento a un mundo de fantasía que no tiene cortapisas. Los enemigos finales son de unas dimensiones inéditas en la saga y cada uno tiene su propia personalidad, igual que pasa que los esqueletos, los chu chus y hasta los murciélagos.

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The Legend of Zelda: Skyward Sword

Incluso la luz tiene su propio protagonismo y nos induce a estados de ánimo sin que nos demos cuenta. Desde el aura amenazadora de la lava que delata que de verdad parece que despide un calor infernal hasta los cielos de Celéstea y la sonrisa de Zelda. Skyward Sword juega con nuestro estado de ánimo como un titiritero.

Pero si hay algo que queda después de cada Zelda es la música, y hace poco fuimos testigos en Londres de esto. Un arpa toca tres acordes y ya nos erguimos en nuestro asiento, pues sabemos que eso significa que algo va a pasar. Resuenan las trompetas y agarramos con fuerza el Wiimote, ya que un enemigo se acerca. Podemos incluso quedarnos sin hacer nada en el pueblo de Altárea y cerrar los ojos para disfrutar de un momento de tranquilidad. Melodías nuevas y viejas se entremezclan, cambiando con ligereza de una a otra dependiendo de lo que hacemos. Juegan con nuestras emociones, sí, inducen nuestro estado de ánimo, pero a la vez poseemos control sobre ellas, porque acompañan a nuestras acciones.

Es lo que comentábamos al inicio de este análisis. Skyward Sword es mucho más que la suma de sus partes. Es imposible apreciar sus facetas por separado, ya que interfieren entre ellas y el control viene supeditado por el apartado artístico, que a su vez está pensado para facilitar las cosas al jugador, que se emociona con una música que está pensada para ese momento específico del juego y para la acción precisa que estamos ejecutando.

Skyward Sword no es perfecto. Skyward Sword no es el juego definitivo. Skyword Sword es no tener miedo a saltar al vacío, confiando que haya alguien abajo que nos sujete. Es meterlo en tu Wii sabiendo sin la menor sombra de duda que es lo más grande que vas a jugar en años. Skyward Sword no es el mejor Zelda de la historia. Es, solamente, el mejor juego que puede hacerse.

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10 Gamereactor España
10 / 10
+
Sorprendente a cada recodo del camino. El mejor uso del wiimote que jamás verás. La sensación de triunfo que transmite es inigualable.
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Algunas mecánicas heredadas de los juegos de portátil parecen fuera de lugar y que se abusa de de la repetición de algunas cinemáticas, habría sido perfecto algo más de distinción.
overall score
Media Gamereactor. ¿Qué nota le pones tú? La nota de la network es la media de las reviews de varios países

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