Análisis de Song of the Deep

Song of the Deep es un cuento tierno de la mitología irlandesa que versa sobre una niña que explorar las profundidades marinas en busca de su desaparecido padre. Tras cubrirse de gloria con la recreación de Ratchet & Clank, Insomniac Games ha decidido arriesgar un poco más y meterse en un terreno menos familiar, en una aventura que mezcla jugabilidad y diseño metroidvania con esa ambientación submarina. Es, además, el primero que publica GameTrust, la nueva firma editorial de la cadena comercial GameStop.

Lo primero que te presenta el título es una secuencia de ilustraciones en acuarela que te cuentan la desgarradora historia con una técnica magistral. Es como si los dibujos hubieran sido extraídos de un cuento de cuna infantil. Cuando Merryn por fin comprende que su padre nunca va a volver rompe a llorar y termina por derrumbarse. Desesperada por conocer su paradero, la niña empieza a recoger todo lo que necesita para construirse un submarino y lanzarse a las profundidades del mar. Ya solo quedaba un haz de luz en la superficie cuando Merryn por fin se dio cuenta de que todas esas historias que le contaban a la luz de una vela no eran más que un mito.

Te vas a quedar prendado de esas vistas y esos entornos tan bien recreados que propone el juego, aderezados con barcos hundidos, ruinas desgastadas y el brillo vívido de la vegetación marina. La música relajante que lo acompaña captura la calma del mar. El tiempo que pasas en las profundidades se divide entre la exploración de las zonas y los esfuerzos por no convertirte en la presa de los peligros que acechan, ocultos. A medida que avanzas en la partida y vas descubriendo más regiones submarinas vas a conseguir mejoras, partes nuevas para tu submarino. Como es costumbre en los títulos del subgénero metroidvania, esas mejoras serán esenciales para ir abriendo nuevos caminos con los que te habían chocado antes. Por suerte, un mapa tan grande y dividido en varias regiones oceánicas ofrece unos agujeros que sirven para viajar de forma rápida entre varios puntos concretos del mundo de juego.

Por ahí abajo hay una serie de criaturas marinas que no parece que se asusten demasiado al verte, más bien al contrario. Nos hemos cruzado con unos cangrejos gigantes que amenazan con partir tu transporte en dos con un solo movimiento de su tenaza y con unos rapes que lanzan olas de proyectiles con espinas por donde vas a pasar. Tienes un par de alternativas para defenderte, todas ellas tan poco agresivas como los ataques que te lanzan. O bien apuntar con tu garra magnética o lanzar los objetos que lleves arrastrando o disparar unos misiles muy básicos. Todos hacen prácticamente lo mismo en casi cualquier situación, excepto con los jefes finales y algún enemigo más que tienen puntos débiles concretos, así que acabas usando la garra porque es la más sencilla de todas.

Es curioso que las mejoras para las armas y las herramientas se las puedas comprar a unos cangrejos ermitaños que se esconden en el suelo oceánico, inconscientes de que los vas a usar para acabar con sus semejantes. Vas a tener que recoger monedas marinas para poder gastarlas en la tienda. Se te abre un árbol de desarrollo en el que caben prácticamente todos los objetos que tienes delante, como por ejemplo dar más potencia a los propulsores o más efectividad a las armas. Sin embargo, no hay nada que te demuestre que cambia la experiencia de juego, no hay ninguna compra que tenga mucho sentido.

La forma más común de conseguir dinero debajo del mar es en forma e monedas de oro, de plata o de bronce que están por ahí desperdigadas. Pero también cae algo de algunos de los enemigos, y si resuelves algunos puzles o encuentras caminos secretos vas a poder acceder a algunos cofres del tesoro, gemas o estatuas de peces. Todo es buscar a medida que vas siguiendo esta historia, que a pesar de las idas y venidas del mapa está contada de una forma bastante lineal. Así es como un juego como este puede pasar de durar 8 a 12 horas dependiendo de quién lo termine y cómo lo termine.

Hay que reconocer que el juego sufre un cambio drástico cuando pasas el ecuador. Deja de ser una aventura de exploración para convertirse en una maraña de puzles más o menos complejos. Desde reunir piezas de una estatua o alinear lásers a moverse entre elementos electrificados mortales bajo el agua (en serio). Aunque al principio dé la impresión de que son muy sencillos, pueden llegar a ser muy frustrantes. Algunos vas a tener que repetirlos tantas veces que no va a ponerte nada de buena cara.

Por suerte, el control está muy bien diseñado y responde a la perfección, así que los fallos serán única y exclusivamente culpa tuya, no injusticias de la máquina. Además, no hay problemas con chocarse contra las rocas y las piedras como en otros títulos subacuáticos, lo que reduce el nivel de dramatismo. Hay que mencionar que no nos pareció nada cómo el sistema de selección de armamento, la única pega.

Gracias a Song of the Deep, Insomniac ha ampliado su espectro creativo y lo ha hecho con bastante éxito. Ha logrado crear una aventura con mucho poder de inmersión que sabe llegar al jugador. Aunque las mecánicas básicas han quedado demasiado simplificadas en comparación con el resto de aspectos como los gráficos y la narrativa, este título tiene aun mucho con lo que hacerte disfrutar.