Yo creo que la culpa es del calor veraniego. No tengo muy claro por qué me alejé de los análisis de juegos de acción y de carreras a los que me había limitado durante los últimos diez años para empezar a pasar tiempo en otro tipo de juegos y en una mayor variedad de géneros. Pero así ha sido y, aunque al principio del año entregaba mis artículos sobre juegos de aventura, juegos basados en puzles y aventuras gráficas con desgana, ahora me parece que empezar a tocar más palos dentro del mundillo me ha hecho mucho bien.
Resulta rarísimo pensar en que hace casi 16 años desde la última vez que jugué (a World of Goo) y que eso fue en Nintendo Wii. Ahora, ha llegado la hora una vez más y tras la secuela, que es casi la misma cosa que el original, están los responsables del primer juego. Tendrás que resolver una variedad de puzles haciendo uso de tu goo para erigir toda clase de estructuras y edificios. Tu goo negro puede formar todo tipo de bloques de construcción para ayudarte a vencer hasta los desafíos más complicados de entre los puzles basados en la física y ha sido representado con una estética encantadora, llena de humor y dibujada a mano que ha cambiado poco desde la entrega anterior.
El reto que se nos presenta es tan sencillo como lo había sido el que nos presentaba el juego original, lo único que pasa es que, para llegar a él, como jugador tengo que pararme a pensar un par de veces en lo que debo hacer. Al comienzo de cada nivel hay disponibles un cierto número de «bolas de goo» que han que ser movidas de un lado a otro. Para lograr hacerlo habrás de construir escaleras de goo con un aspecto muy de hélice de ADN, empleando para ello un goo especial por el que otros tipos de "goo" pueden desplazarse. La idea sigue siendo una mezcla entre Worms, Lemmings y Rolando, y sigue siendo divertida.
En comparación a otros del género de los puzles basados en físicas, (World of Goo 2) tiene más historia y narrativa de lo habitual. Si el original tenía su punto de sátira hacia nuestra sociedad de consumo (que había sido representada como un dibujo animado para niños elaborado pobremente), esta vez los creadores se han dedicado a burlarse de las tendencias woke en boga. Sería perfectamente adecuado criticarlo por homofóbico e incluso racista, pero resulta igual de fácil ver el juego como una sátira más bien ligera de nuestro tiempo. Y, aunque podría haber vivido sin la historia (y sin el asunto con los monos que hay de por medio), si dijese que las bromas políticas que me encontré me hicieron sentir algún tipo de malestar estaría mintiendo.
La mayor novedad presente es el «Goo líquido» que es la base de una buena parte de los puzles a resolver, algo que no se daba en el original, mucho más rudimentario a nivel técnico. La verdad es que es una mejora que me gusta, pero no creo que sea suficiente para hacer que esta secuela se sienta como tal cuando es un juego por el que llevamos esperando 16 años. El juego tiene un potencial que no aprovecha y se notan las repeticiones, aunque algunas partes tengan mucho encanto y no puedo decir que me sienta especialmente entretenido tras jugar unas horas de (World of Goo 2), que de hecho se siente más bien avejentado. He de decir que no soy el jugador más aficionado a los puzles, pero eso no significa que me sienta incómodo haciendo análisis y poniéndole nota a juegos de género y, desde mi punto de vista, (World of Goo 2) es, bueno, pasable. Ni más, ni menos.