Análisis de The Casting of Frank Stone

Nadie puede negar que en Supermassive Games tienen una afinidad con el terror. En el pasado, el estudio británico ha creado una colección entera de experiencias terroríficas prometedoras y bien recibidas, muchas de las cuales se agrupan bajo el estandarte de The Dark Pictures Anthology Lo cierto es que, perteneciesen a ese grupo o fueran por libre como The Quarry, los proyectos de Supermassive se habían convertido en sinónimos con una forma de hacer las cosas muy propia y conocida, pero que estaba necesitada de un buen lavado de cara. Eso lo tendremos el próximo año, con el lanzamiento de la segunda temporada de The Dark Pictures, que iniciará con Directive 8020. Pero, para 2024, lo que tenemos es el último suspiro de la vieja fórmula gracias a un spinoff de Dead by Daylight, un juego llamado The Casting of Frank Stone.

Vale, antes de seguir adelante y comentar cosas como el sistema de juego y la narrativa, hablemos de elefante en la habitación: la conexión con Dead by Daylight. Estamos ante un spin-off basado en el inmensamente popular juego de horror asimétrico creado por Behaviour Interactive, pero no necesitas haber jugado a Dead by Daylight para disfrutar de The Casting of Frank Stone. Hay un montón de referencias y pequeños guiños que serán comprendidos y disfrutados por quienes estén al loro del lore del juego, pero la historia se sostiene perfectamente por su propio pie como un juego separado acerca de cómo es invocada la terrorífica El Ente de Dead by Daylight.

Dejando a un lado sus lazos con Dead by Daylight, hablemos de la historia y de las mecánicas del juego. Para empezar, The Casting of Frank Stone sucede durante tres épocas distintas. Experimentarás parte de la historia a finales de los años 60, cuando Sam, un policía local, se enfrenta al asesino en serie Frank Stone y trata de impedir que este sacrifique a un bebé. Luego, un salto a los años 80, en los que un grupo de adolescentes, entre los que se encuentra el hijo de Sam se cuelan en la planta siderúrgica en la que Frank Stone mató a innumerables víctimas a fin de filmar una película de horror indie. La situación acaba convertida en un ritual de invocación tras el que el espíritu de Stone comienza a aterrorizar y asesinar a los jóvenes sin arrepentimiento alguno. Y para acabar tenemos el día actual, en el que una colección de inusuales personajes (incluida la hija de uno de aquellos adolescentes de los 80) es juntada en una mansión que pone los pelos de punta gracias al engaño. Allí, no tardarán en verse a merced de criaturas sobrenaturales sedientas de sangre. ¿Por qué comento lo de las tres épocas nada más empezar? Porque a Supermassive le encanta saltar de uno a otro durante el transcurso de la narrativa, de modo que saber qué es qué resulta un poco confuso... sobre todo si añades que, encima, también hay varias líneas temporales.

Para mí, una historia con demasiadas complicaciones es, en el mejor de los casos, una molestia y más aún en un título de terror en el que la trama no necesita tener tanta profundidad para lograr entretener y mantener la atención. Pero siendo franco, este detalle no me hubiera llamado la atención si pudiésemos contar con que un título de Supermassive y unas mecánicas de juego geniales son sinónimos. Sin embargo, esto no ha sido el caso en mucho tiempo y más a menudo que no, el punto fuerte de los juegos es su historia y en ese sentido, The Casting of Frank Stone se queda corto más veces que no a la hora de crear una narrativa convincente. El único problema no es que la trama sea enrevesada, sino que también el ritmo narrativo se vuelve un obstáculo en una historia en la que, tras un gran comienzo, pasan cinco o seis capítulos antes de que vuelva a pasar algo de importancia e intereses. Vuelvo a decir que no sería tan molesto si deambular por la siderurgia y la mansión fuese interesante y pudieses encontrar un montón de secretos, pero ni uno ni lo otro.

The Casting of Frank Stone, al igual que muchos otros proyectos recientes de Supermassive no resulta muy divertido a la hora de jugar. El juego tiene sus momentos, bien cuando te entregas a la fantástica experiencia multijugador local, bien cuando usas el modo de secuencia cinematográfica, más automático, para saltarte las partes de exploración. Lo último es así tanto porque los personajes responden mal a los controles y se sienten lentos como porque en realidad, fuera de esas secuencias narrativas, hay muy poco que hacer. Supermassive nos presenta un mundo en el que puedes caminar por estrechos corredores para llegar a puertas que no abren o recoger documentos y otros objetos que dan información sobre el lore, pero no tienen ningún otro impacto en la historia. Hay algún puzle que resolver por el camino, pero a lo más que llegan es a ser poco entretenidos y la mayoría se centran en ir por ahí buscando el objeto necesario (tirado en el suelo) para poder seguir progresando. Si hablamos de la experiencia de juego, The Casting of Frank Stone a lo más que aspira es a quedarse corto.

Los QTE constantes tampoco ayudan en nada a mejorar las impresiones. Saltan de la nada y, en comparación con el resto del juego, requieren un nivel de precisión para ser completados con éxito que parece completamente fuera de lugar. Si, puedes avanzar, aunque no completases la secuencia de botones con el tiempo perfecto, pero la forma en la que han sido diseñadas parece absurda. Pero, sin importar las opiniones acerca de los QTE, lo cierto es que Supermassive siempre les ha dado mucho uso y puedo ver la utilidad de la mecánica cuando se está en modo multijugador local, ya que obliga a la gente a no despegar la vista de la pantalla y mantener su atención alerta. Así que, aunque me inclino hacia la permisividad en cuanto al sistema de QTE, hacia donde no me inclino es hacia ser permisivo con el desastroso sistema de la cámara de grabación. En resumen, cuando el fantasma de Frank Stone aparece y comienza a atacar a los adolescentes, pueden usar una vieja cámara para eliminar a Stone de forma temporal. Hay motivos en el lore para esto, pero en la práctica la sensación es al de una oportunidad desperdiciada, ya que elimina completamente de la ecuación el factor miedo de convertirse en la presa de un enemigo malévolo para acabar convertida en un truco tontorrón sin profundidad alguna que hace que el monstruo ni siquiera tenga la oportunidad de acercarse a ti.

Sin embargo, aunque The Casting of Frank Stones es la prueba definitiva de que los cambios planeados para el próximo año con Directive 8020 son más importantes y necesarios que nunca, también reafirma los puntos fuertes del estudio. El sistema en ramas temporales que permite descubrir uno de entre múltiples finales posibles crea un juego en el que muchas y distintas partidas son perfectamente posibles, experimentando no solo finales, sino también distintas partes de la historia. La atmósfera, el escenario, el diseño de los entornos, los modelos de personajes y las actuaciones, entre otras cosas, también son fantásticos. El aspecto visual no es fotorrealista (aunque ese nivel de detalle beneficiaría mucho a un estudio como Supermassive) y hay pequeñas cosillas raras con cómo reaccionan y muestran emociones los modelos de personaje, pero en general el juego se ve alucinante, tiene un escenario y un tema geniales y no hay problemas técnicos a la hora de jugar.

Y por todo esto es por lo que The Casting of Frank Stone me parece un juego demasiado inconstante. Hay elementos que se destacan e impresionan, pero también hay demasiadas partes que lastran el juego y resultan un chasco. Un sistema de juego más fluido haría maravillas, pero más importantemente cuando se trata de un juego de este estilo y producido por Supermassive, podrían haber refinado más la historia y la narrativa para asegurarse de que no resultasen tan enrevesadas y tuviesen un ritmo más equilibrado y satisfactorio. The Casting of Frank Stone se convertirá en el capítulo final de una era de Supermassive, un capítulo con sus aciertos y sus errores, en el que a pesar de esos errores se vislumbra el potencial de la colaboración entre Supermassive y Dead by Daylight, un potencial que, con suerte, volverán a explorar en el futuro.