Análisis de Teenage Engineering TP-7

No pretendo justificar piezas de hardware controvertidas como el Rabbit R1, donde el argumento de que esa funcionalidad podría ser en principio "solo" una aplicación de smartphone parece especialmente pertinente. Pero al mismo tiempo, debe haber una razón por la que los consumidores siguen desenterrando viejos iPods o escuchando vinilos, incluso en una era en la que el cómodo streaming es más fácil y barato. No, en medio de toda esta comodidad, el péndulo oscila en sentido contrario, e inclinarse hacia una tecnología más personalizada, más intencionadamente diseñada, parece no solo nostálgico, sino... más emocionante.

Todo lo que hace el TP-7 de Teenage Engineering, lo puedes hacer con la aplicación Voice Recorder de Google en el Pixel (que, por cierto, también está en Samsung en mayor o menor medida). Estas aplicaciones pueden incluso resumir la grabación y colocar etiquetas sobre quién habla para facilitar la transcripción. Aun así, todo en mí quiere recomendar la TP-7 a cualquiera que remotamente la encuentre útil en su vida profesional o personal, porque da vida al acto de grabar el entorno. Hace que el acto sea divertido, personalizado, táctil y vivo, como lo es sacar un iPod para escuchar música.

Y si lo piensas bien, es una de las cosas más convincentes que he hecho nunca, y eso no duele precisamente. Por cierto, incluyo aquí a mis dos hijos, únicamente por el contexto.

La TP-7 de la legendaria Teenage Engineering es una grabadora de campo, y su funcionalidad es sencilla de explicar. Graba. Sí, existe una aplicación específica desarrollada por Teenage Engineering que te permite exportar rápidamente archivos de audio a tu smartphone junto con una transcripción automática, pero la idea general es la de un dispositivo específico que realiza la tarea más sencilla de la forma más salvaje y extravagante. Mide 96x68x16 milímetros y pesa 170 gramos. Toda la superficie parece una única pieza de aluminio con una larga fila de botones táctiles. En el centro está el "disco" giratorio que emula las antiguas grabadoras que grababan en cinta y, por tanto, giraban para grabar sonido o imagen, y en la parte trasera Teenage Engineering ha envuelto la TP-7 en cuero naranja, lo que no hace sino aumentar el choque generacional. También tienes una pequeña pantalla monocroma de 64x32 para la navegación básica por los menús y una batería que dura unas buenas siete horas de grabación.

Hay tres entradas/salidas de jack y un jack estéreo para 3,5-6,35 milímetros, por lo que puedes utilizarlo enchufándole directamente un instrumento, pero también hay una gama de micrófonos que graban todo lo que te rodea. Dispone de 128 GB de espacio, lo que es suficiente para muchas grabaciones, y estas se realizan a través de una interfaz USB de 24 bits/96 kHz.

Son muchas especificaciones, y no digo que no sean importantes. Afortunadamente, la TP-7 cumple las características básicas de una grabadora de campo, ya que graba un audio nítido y los controles táctiles facilitan la interacción con las grabaciones, pero hablaremos de ello más adelante. La cuestión es que parte del atractivo de la TP-7 es esotérico, algo que existe más allá de su funcionalidad real. ¿Qué te hace desembolsar dinero por un aparato tan pequeño cuando una aplicación en un smartphone podría hacer casi lo mismo gratis? Pues porque es guay, amigos. Porque es jodidamente genial.

En primer lugar, están los botoncitos de la parte frontal del aparato, pero cuando preparas una grabación, el disco central empieza a girar. Tiene un aspecto genial, como si fueras un periodista de investigación sobre el terreno en los años 60. Si colocas el dedo sobre el disco giratorio, no grabará lo que se dice hasta que retires el dedo y, por supuesto, puedes girarlo rápidamente para pasar una grabación, al estilo de un tocadiscos. También tiene el característico "balancín" en el lateral que te permite avanzar rápidamente y, por supuesto, el disco gira muy rápido y obtienes ese sonido característico, como el de una grabadora de los viejos tiempos. ¿Es esto necesario? No, ni de lejos. Es la definición de innecesario. Pero si me permites volver a lo básico, también es jodidamente genial. Es tan emocionante que mi cerebro ha estado inventando activamente excusas para utilizarlo durante las últimas semanas.

También soy periodista, y hay bastantes situaciones en las que resulta muy útil tener una grabadora de campo. Pero también podría utilizar simplemente un smartphone, pero no quiero hacer eso. Quiero utilizar la TP-7, y quiero cuidarla y utilizarla para recordarme lo agradable que es interactuar táctilmente con algo, en lugar de buscar siempre la solución más cómoda.

Dicho esto, Teenage Engineering es lo más parecido que tiene esta industria a la alta costura, y es caro, muy caro. Y la duración de la batería es bastante escasa, en mi opinión. Pero hasta que retiren este dispositivo del mercado, me lo llevaré a todas partes y me encantará cada vez que tenga la oportunidad de utilizarlo. No pienso lo mismo de muchos otros aparatos.