65 (Apple TV+)

Empieza mal, pero es que luego empeora. Adam Driver vive en el espacio y, si no he entendido mal la premisa, él, su mujer y su hija enferma forman parte de una lejana civilización de alienígenas extremadamente parecidos a los humanos, pero que no tienen nada de humanidad.

La hija padece una enfermedad cuyo tratamiento es muy caro y para poder permitírselo, Mills (Driver) tiene que trabajar como piloto en una expedición que viaja a través del tiempo y el espacio. Que una raza técnicamente avanzada del espacio, cuyas naves espaciales pueden atravesar agujeros negros y así realizar viajes en el tiempo, y al mismo tiempo no tengan la tecnología ni el presupuesto para curar a una niña enferma, ya se me hace raro. Esa parte de la historia quizá debería haberse alargado y contado un poco más, porque el comienzo es más interesante que todo lo que plantea, y la introducción es, sinceramente, bastante inútil.

La nave espacial de Mills atraviesa un agujero negro, queda atrapada en una lluvia de asteroides, sufre daños y se estrella en la Tierra hace 65 millones de años. Todos mueren, excepto Mills y una chica que habla un idioma que Mills no entiende. Su lucha por la supervivencia comienza cuando salen de la nave estrellada y se dan cuenta de que el planeta en el que se encuentran está poblado exclusivamente por lagartos del terror. Un montón de lagartos hambrientos.

65 está escrita y dirigida por el dúo que escribió Un lugar tranquilo. Scott Beck y Bryan Woods pasaron de desconocidos a mundialmente famosos de la noche a la mañana, casi, cuando el aclamado thriller de John Krasinski puso sus habilidades como guionistas en el mapa. Me encanta Un lugar tranquilo, y me encanta Un lugar tranquilo 2, así que tenía expectativas bastante altas para 65. Si hubiera estado esperando una nueva After Earth o una nueva Campo de Batalla: La Tierra, estoy seguro de que podría haber dejado pasar esta película sin mucho alboroto, ya que claramente se estrenó peor basura en los tres primeros meses del año, pero no puedo. No puedo. Pensé que iba a ser buena. Como una mezcla densa, oscura y violenta entre Interstellar, Pitch Black y Jurassic Park.

Desde el principio queda claro que Scott y Bryan no han dirigido grandes películas antes, ya que se saltan partes clave de la dramaturgia básica, se apresuran servilmente a puntear viejas líneas temporales estructuralmente, y fracasan estrepitosamente a la hora de construir personas reales a partir de sus personajes. El piloto espacial de Adam Driver tiene motivos y misterio, pero nunca consigue ser nada más que un rugiente anciano perdido con un corte de pelo de los 90 que se arrastra por el barro con la esperanza de escapar de las enormes fauces de los lagartos del terror. La joven actriz Ariana Greenblatt (Koa), que interpretó a la pequeña Gamora en Vengadores: Infinity War, recibe demasiado poco tiempo en pantalla como para que el espectador se preocupe por su bienestar, y el problema de que ella y Mills hablen idiomas diferentes no es algo con lo que el guion decida quedarse y trabajar, sino que la mayoría de las veces se gritan el uno al otro que "no entiendo lo que dices", lo que rápidamente se vuelve agotador.

Además, el diseño de producción es pobre. Los bosques de la Tierra por los que se arrastran los dinosaurios parecen sacados de un parque cercano a mi casa, y la cueva en la que pasan la noche está claramente moldeada con cartón piedra y pintada a toda prisa con pintura de dedos. Tiene un aspecto francamente horrible, simple y llanamente. Los dinosaurios en sí no son mucho mejores, ya que han sido diseñados por algún programador cuya idea de "recrear" el aspecto que tuvieron los lagartos del terror se queda corta. El T-Rex parece una mezcla entre un perro, Godzilla y uno de los monstruos de Un lugar tranquilo, y el hecho de que la niña Koa mate sin esfuerzo a un T-Rex de 30 toneladas con una ramita creo que lo dice todo sobre este fiasco.